OPINION

Las zapato-aletas de mamá pata

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¿Cansado de los crocs? Sí, son muy resistentes, se ponen muy rápido y hasta a veces resultan mulliditos. Pero échese al agua con un crocs e intente nadar. La diferencia de densidades entre la tierra y el agua siempre ha sido una línea muy difícil de pisar por el calzado: el zapato de tierra no funciona en agua y viceversa.

¿Por qué no crear un calzado anfibio que nos permita andar con salero y, en un momento dado, servirnos para aletear con la agilidad de un ánade? Precisamente de las extremidades de un pato ha sacado el diseñador búlgaro Valentin Vodev estos zapatos-patos cuyo diseño permite a los usuarios propulsarse más rápido en el agua, además de permanecer estable y de pie en tierra.

Este calzado es ligero, compacto y no restringe el movimiento de su usuario, como las aletas tradicionales. Las suela de goma tiene un diseño ondulado para permitir que el pie se agarre a la superficie de la rocas y la parte superior está hecha de neopreno para sujetar el pie sin dejar de ser flexible.

La aerodinámica del calzado es uno de los secretos que Valentin ha tomado prestado de las aves palmípedas, que permiten crear flujos de agua entre los pliegues de plástico para canalizar la corriente de manera más efectiva. Sin embargo, a Valentin se le ha pasado el pequeño detalle de que la gente no nada como los patos, nuestras piernas no se doblan como la de los patos y los pies, incluso con grandes y toscos zapatos de pato de dibujos animados, no se inclinan hacía detrás para reducir la resistencia al líquido elemento, como los patos.

Estamos ansiosos por calzarlos alguna vez, para ver si realmente funcionan más como aleta o como chancleta para dar el cante. El que sí que funciona es otro concepto que también Valentin "el búlgaro" ha concebido para la mamá-pata inteligente: el carrito-monopatín.

A éste sí que le vemos más salidas en el mundo de los hombres, pues se traslada exclusivamente por tierra firme. El "Roller Buggy", que así se llama, es un cochecito de bebé multifuncional que se transforma en patinete para el progenitor con un simple tirón de la parte inferior del cuerpo.

Aunque parece peligroso, Valentin ha dotado al carrito de un sistema de frenado hidráulico con dos frenos de disco que permiten la reducción de velocidad en cualquier momento.También hay un cinturón de seguridad en el asiento del niño. Todo un detalle para con la integridad de los polluelos.

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