OPINION

Los aviones "doble-burbuja" ahorran hasta un 70% de combustible comparados con los modelos actuales

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Según un estudio de la organización "Amigos de la Tierra", el transporte aéreo en el mundo es la fuente de gases de efecto invernadero con mayor creciendo, generando tanto CO2 anualmente como todas las actividades humanas que se realizan en África.

Si seguimos con la tendencia que indica (Eyjafjalla mediante) que en 2035 el tráfico aéreo será el doble que el actual, para esas fechas los fabricantes ya deberían haber encontrado una solución a la polución estratosférica de estos aparatos. Y si no la han encontrado dará igual, ya que no viviremos para viajar en ellos.

Tanto Airbus como Boeing están apostando a corto plazo por el uso de biocombustibles para reducir sus humos a la mitad para 2020. Pero según los Amigos de la Tierra, "las últimas investigaciones científicas revelan que los biocombustibles logran una reducción muy pequeña de las emisiones de dióxido de carbono".

No queda otra que dejar de lado los motores y centrarse en el diseño de aeronaves para hacerlas más ecológicas. Y más teniendo en cuenta que las siluetas de los aviones apenas han variado en los últimos 50 años.

Este es el punto de partida del concepto doble burbuja ("D double bubble") presentado a la NASA por un equipo de investigación del MIT, que promete una mejora del 70 por ciento en economía de combustible, una mayor reducción de ruido, menos óxido de nitrógeno (NOx) emitido a la atmósfera y la capacidad de uso de pistas de aterrizaje mucho más cortas.

El sistema D double bubble utiliza alas largas y delgadas y una cola más pequeña, sustituyendo el tradicional fuselaje cilíndrico por dos cilindros parciales situados uno junto al otro, cuyo corte transversal se asemeja a dos burbujas de jabón unidas.

Los motores se colocan en la parte trasera del fuselaje en lugar de en el ala, para hacer uso de una técnica llamada "Succión de Capa Límite" (BLI). Este enfoque permite a los motores succionar el aire de una manera más lenta, ya que están protegidos por la estela del fuselaje, lo que resulta en menor consumo de combustible para la misma cantidad de empuje. El inconveniente es que se logran velocidades más lentas y mayor presión sobre el motor.

El resultado es un avión que viaja un 10% más lento que el Boeing 737 pero cuyo retraso se vería parcialmente mitigado por la capacidad de cargar y descargar la aeronave más rápido. Otra ventaja es que también podría ser utilizado con la infraestructura aeroportuaria actual y hasta con aeropuertos regionales de pistas más pequeñas.

Junto con los 180 pasajeros que tendría la serie D del "double bubble", el equipo de investigación también ha elaborado un proyecto para una serie mucho más grande de 350 asientos, equivalente a un Boeing 777. Este diseño de la serie H utiliza un fuselaje aerodinámico triangular en forma de ala de cuerpo híbrido, cuyo centro de gravedad hace que la aeronave se levante, eliminando la necesidad de una cola para equilibrar el avión.

Este diseño no ahorra tanto combustible (en torno al 50%), pero es una alternativa más viable a corto plazo, pues puede ser construido utilizando la tecnología actual y los materiales disponibles.

El proyecto del MIT es el resultado de un contrato de 2,1 millones dólares otorgado por la NASA en 2008 como parte del programa de investigación aeronáutica con miras a poner aviones verdes en el cielo para el año 2035.

El equipo del MIT ahora espera recibir de la NASA la decisión de si han sido seleccionados para la segunda fase del programa, donde se les proporcionará fondos para continuar la investigación sobre los sistemas de propulsión que pudiera integrarse con estos diseños.

Posibilidades de verlos en el aire en 2035: 90%, porque más nos vale que funcione si nuestros ojos quieren seguir mirando al cielo.

Fuente MIT

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