OPINION

El fabricante de juguetes Martin Kittsteiner saca una línea de peluches con enfermedades psiquiátricas

PELUCHES1
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Después de las muñecas amputadas, y un poco más después del Baby Down alicantino, un muñeco con rasgos del Síndrome de Down, ya tardaban en aterrizar en los estantes de las jugueterías los peluches con patologías mentales. El fabricante de juguetes alemán Martin Kittsteiner espera que los niños se acerquen un poco más a varias enfermedades psiquiátricas por esta singular vía didáctica.

Los peluches, que sufren de todo, desde un trastorno bipolar a una depresión aguda, vienen con su propia historia médica y un plan de tratamiento, en el que convenientemente se han evitado las referencias hacia ansiolíticos y demás química terapéutica.

Los pacientes de fieltro incluyen a la tortuga Dub, con depresión severa por lo pequeño de su casa; Sly, la serpiente que sufre de alucinaciones terroríficas; la oveja Dolly, con un trastorno de la personalidad; Lilo, un hipopótamo maniático de los puzzles; y un cocodrilo, que ha desarrollado un terror irracional del agua.

Precisamente el cocodrilo es el que se lleva la palma en ventas, como bien muestra la página web, donde describen al pobre reptil con una terminología ligeramente complicada para un infante. Así lo que le pasa a Kroko es que “las percepciones hipersensibles alucinatorias son claros síntomas de neurosis de angustia. Esto conduce a un colapso de los procesos de pensamiento racional y la decadencia de la forma usual de experiencia de campo”.

También el caso de la oveja Dolly tiene guasa. Aunque podría pensarse que todos sus males tienen como foco el Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia), donde la desdoblaron por clonación convirtiéndola en pionera de la ciencia, lo cierto es que el tema es más complicado, ya que Dolly no está segura de su identidad y una parte de su personalidad, que permanece latente en su corazón, se abre paso de vez en cuando.

De vez en cuando o cuando el niño abre la cremallera, pues Dolly es reversible en lobo; sólo hay que dar la vuelta a la oveja (como un chubasquero) para transmutarlo en canino de la noche. En este estado, un servidor coincide con los galenos de Martin Kittsteiner que es imposible para el paciente obtener una aceptación de su propio ser como un juguete de peluche.

Todos los peluches vienen con un póster de dibujos infantiles bajo el brazo, donde se muestra cómo tratar a cada animal en función de sus brotes psicóticos y que también sirve como somera explicación del origen de estos males, según los principios de la psiquiatría moderna.

Probabilidades de comercialización: 100%, los peluches cuestan 29,90 € + 8 euros de gastos de envío a España. Si se quiere el póster explicativo para colgar en la habitación del niño y que parezca un sanatorio, hay que desembolsar 9,90 € adicionales.

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Aunque para póster, éste de nuestro querido Ernesto Rodera, donde el ilustrador también pasea por esa fina línea que separa los juguetes de la más estricta locura:

Fuente: Los peluches de Martin Kittsteiner

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