OPINION

Investigadores de Stanford usan organismos unicelulares para llevar la vida a los videojuegos

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Los juegos son una parte importante de la cultura humana, con una utilidad más allá del puro entretenimiento demostrada por los científicos. Pero la Biotecnología, a pesar de sus recientes avances, apenas ha tenido impacto en el mundo del juego.

Investigadores de la Universidad de Stanford están trabajando para inyectar vida biológica en un nuevo ecosistema de juego que han bautizado como “biotic games”. Los primeros títulos que han logrado hacen homenaje a algunos decanos de la historia como ‘Enlightenment’, ‘Ciliaball’, ‘PAC-mecium’, ‘Microbash’, ‘Biotic Pinball’, ‘POND PONG’, ‘PolymerRace’ y ‘The Prisoner's Smellemma’.

El profesor de bio-ingenieria Ingmar Riedel-Kruse y su grupo de trabajo han creado estos juegos para que el jugador tenga el control de organismos unicelulares en tiempo real para incorporarlos a videojuegos. Lo han logrado sometiendo a protozoos microscópicos a los cambios de polaridad de un campo eléctrico para “empujarlos a moverse” en un determinado sentido.

Los organismos se encuentran en una pequeña cámara de líquido para que puedan vagar libremente y se controlan con un mando de juego para dirigirlos hacia la dirección que uno quiera. Lo que el jugador ve es, gracias a una cámara, una transmisión en vivo de estos organismos unicelulares en movimiento que se superpone a las imágenes de un "tablero de juego".

Un microprocesador procesa el movimientos de los paramecios sobre este tablero virtual y actualiza el puntaje.

El profesor Riedel-Kruse y su equipo en la actualidad tienen cinco juegos terminados, aunque los ocho títulos definitivos se pueden englobar en tres clases, dependiendo de si los jugadores interactuan directamente con los procesos biológicos a escala de las moléculas, de células individuales o de colonias de células individuales.

Inicialmente, los investigadores sólo querían ver si podían diseñar tales juegos bióticos, por lo que en esta primera ronda de desarrollo la producción es bastante simple y se trata de imitar algunos videojuegos clásicos.

Por ejemplo, en "PAC-mecium" el jugador guía a los paramecios a "devorar" bolitas. Luego están el viejo "PONG" y el "Ciliaball", que se llama así por los pelos diminutos, llamados cilios, que son los que utilizan los paramecios para dar patadas a un balón de fútbol virtual.

En el "Biotic-Pinball", por ejemplo, no se utiliza un campo eléctrico para mover a los microorganismos; basta con insertar bocanadas ocasionales de un producto químico en el líquido, obligando a los paramecios a nadar en una dirección u otra.

El objetivo final de los biotic-games es que los jugadores se diviertan interactuando con los procesos biológicos, sin tener que lidiar con el rigor de realizar un experimento formal y sin jugar con la Biología a una escala demasiado pequeña como para ser vista a simple vista.

Riedel-Kruse subraya que los paramecios utilizados no han sido maltratados en el rodaje de estas imágenes, ya que al ser organismos unicelulares, carecen de un cerebro y de la capacidad de sentir dolor.

"Estamos hablando de microbiología didáctica con formas de vida muy primitivas. No usamos ningún organismo de más alto nivel", concluye. "Como jugador también me planteo por dónde hay que trazar esta línea, pero estos juegos podrían ser una buena herramienta para estimular el debate en las escuelas sobre cuestiones de bioética".

Fuente: Stanford University

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