OPINION

Una pionera cirugía consigue curar la depresión profunda con un marcapasos en el cerebro

electrodos
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Sheila Cook, una británica de 62 años, sufrió durante décadas una profunda depresión que derivó en tendencias suicidas y que le impedía alimentarse por sí misma o, simplemente, vestirse. Se vio obligada a dejar su trabajo y su marido, un físico investigador, tuvo que convertirse en su cuidador a tiempo completo.

Pero ahora Sheila está empezando a disfrutar de la vida de nuevo gracias a un tratamiento pionero que se centra en las redes neuronales implicadas en esta patología.

A la paciente, cuya enfermedad había dejado de responder a los tratamientos convencionales (como los antidepresivos e incluso alguna terapia de electroshock (TEC)) se le ofreció la posibilidad de probar una técnica de estimulación cerebral profunda (DBS) que actúa sobre dos partes diferentes del cerebro, gracias a la inserción de una serie de finos alambres en la cabeza que están conectados a un "marcapasos" del tamaño de una caja de cerillas, que se esconde bajo la piel para proporcionar una estimulación eléctrica constante.

Con esto se consigue inhibir o estimular los circuitos cerebrales que son demasiado activos o, por el contrario, demuestran baja actividad. Estos circuitos cerebrales son conocidos por estar involucrados en la regulación y el control de la emoción.

La técnica, ha sido desarrollada por la Universidad de Bristol, en conjunción con el hospital North Bristol NHS Trust, y la paciente venía de ser tratada con una denominada Cingulotomía anterior", que se llevó a cabo a principios de 2010 y consiste en un procedimiento quirúrgico mediante el cual se seccionan o queman ciertos circuitos cerebrales que son muy activos, para controlarlos desde el marcapasos insertado bajo la piel.

La depresión es una enfermedad que afecta a alrededor del 20% de las personas al menos una vez en su vida. Aproximadamente la mitad de las personas se recuperan dentro de los seis meses siguientes; pero alrededor del 10% de los pacientes siguen estando mal después de tres años. A partir de entonces, la proporción de personas que se curan como mucho son sólo uno de cada 10.

Estas terapias de psicocirugía, como la que ha curado a Sheila Cook, todavía no están ampliamente aceptadas por la comunidad médica, que lo ven un poco como un retorno a la vieja lobotomía pero disfrazada de neurociencia. Sin embargo, cirujanos del Massachusetts General Hospital (MGH) en EEUU aseguran que el 70% de los pacientes con depresión que se tratan con métodos de estimulación profunda combinado con cingulotomía se curan.

Un trabajo publicado en el British Journal of Psychiatry, en 1987, recuerda a muchos psiquiatras el papel que puede tener la psicocirugía en el tratamiento efectivo de pacientes. Se trataba del caso de un joven canadiense de 19 años con un trastorno obsesivo-compulsivo que le hacía lavarse las manos cada cinco minutos por temor a la contaminación. Una mañana decidió suicidarse y se disparó una bala del calibre 22 en la cabeza. El proyectil atravesó el cerebro, pero no le mató.

Por el contrario, cuando el suicida salió del hospital se dio cuenta de que se había curado. Terminó una carrera y ahora trabaja en su ciudad natal.

Vía BBC

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