OPINION

Copito de Nieve es ahora un bonito castaño gracias a la Urna Bios

01_Urna_Bios
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Morirse siempre ha sido un problema, sobre todo para los más ecologistas.

Tener que pensar en el carísimo féretro de madera, por el que se han tenido que talar inocentes arbolitos, los barnices, o demás variedad de productos tóxicos que lo acompañan genera un dilema en la conciencia del pre-difunto. Además de salir caro, cruzar al otro barrio es un proceso contaminante.

Al menos lo era. La creciente actitud pro-ecológica estaba exigiendo desde hace tiempo una forma de pasar a la otra vida sin cargos de conciencia, a la que han acudido las mentes más avispadas para ofrecer soluciones, y por qué no, hacer negocio. Es el caso de la Urna Bios, proyecto que comenzó por 1999 de la mano del diseñador catalán Gerard Moliné y posteriormente rediseñado en 2005 por el también español Martín Azúa, que les sirvió para ganar el Top nominated INDEX Award 2005 y el Premio Expohogar regalo 2005.

La urna consiste en un recipiente compuesto únicamente por materiales biodegradables (cáscara de coco, turba compactada y celulosa) y la semilla de la planta que nosotros deseemos. No hay más que añadirle las cenizas del difunto, plantarlo en el lugar adecuado y habremos dado el salto para convertirnos en un precioso árbol.

El proyecto, que lleva comercializándose 6 años, es fabricado por internos del centro penitenciario de Cataluña, impulsado por el CIRE (Centro d'iniciatives per a la Reinserció) y distribuido por la funeraria Limbo.

Ya cuenta con usuarios ilustres. Se utilizó por primera vez en 2004 para enterrar al gorila Copito de Nieve, que ahora crece en el zoo de Barcelona convertido en un Calodendrum Capense, o Castaño Del Cabo. El célebre gorila albino, único conocido hasta el momento, falleció en 2003 a consecuencia de un cáncer de piel que llevaba años afectándole. A la espera de un improbable clonación, aún se le podrá visitar en una nueva forma más florida.

Para más de uno esta iniciativa supone el entierro perfecto. Es limpio, ecológico, barato y sobre todo, simbólico: el paso a una nueva vida, más larga, convertido en parte de la naturaleza.

Puede que en el futuro los cementerios de hoy en día no se parezcan en nada a los de hoy. Puede que sean enormes bosques donde la gente vaya a pasar el tiempo y disfrutar de la naturaleza. Donde un niño pequeño se acerque a un castaño joven y le pregunte: - ¿Cómo estás, Copito? -.

Fuente e imágenes: martinazua.com

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