OPINION

Paro y PLEO, dos animales luchan por el trono de robot terapéutico para ancianos

focas
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Sus nombre son ‘Paz’ y ‘Amor’. No están vivas, pero poco les falta. Se trata de dos recreaciones de una cría de foca blanca de peluche por fuera, que esconden un complejo esqueleto robótico en su interior.

Llevan unos meses sirviendo como mansos animales de compañía para la residencia de ancianos Suisyoen, a 27 kilómetros al sur de la central nuclear de Fukushima. Sus habitantes lo han pasado mal en los últimos meses: el terremoto, el tsunami y finalmente la fuga radioactiva no consiguieron tumbar el edificio donde residen, pero dejaron la sombra del miedo intacto en sus mentes.

Hoy, gracias a los dos ingenios mecánicos, los residentes del lugar dicen sentirse más fuertes ante la adversidad. No es la primera vez que estos robots se usan para aliviar las penas del ser humano. Paro, el nombre genérico de estas máquinas, fue diseñado en 1993 por Takanori Shibata para el Intelligent System Research Institute de Japón, pero no se empezaron a comercializar hasta 11 años después, en 2004.

Desde entonces, se ha utilizado tanto en hospitales del país oriental como en el resto del mundo para hacer compañía y ayudar a relajarse a los pacientes, especialmente a los más ancianos. Su efectividad es manifiesta, aunque no se trate de un animal vivo.

Paz y Amor fueron cedidas a la institución por la compañía tecnológica Daiwa House, tras la evacuación temporal de los ancianos en los primeros días del incidente. Les animan con sus ejercicios, se dejan abrazar y en definitiva, ayudan cicatrizar las heridas dejadas tras el caos de hace unos meses.

Sin embargo, quizá no sea Paro el animal adecuado para el público japonés acostumbrado a los desastres. Del agujero que dejó Godzilla en su último pisotón viene tambien, mullido y esplendoroso PLEO, diseñado por los Laboratorios Innvo, que es un robot más lúdico destinado a terapias de uso doméstico.

El dinosaurio se comporta como una mascota real y está programado para ser curioso, investigar los objetos, hacer ruido y responder al tacto y la vista. Cuando lo tocas, se apoyará contra la mano. Al igual que una mascota real, cada PLEO pasa por las fases de crecimiento: bebé, infantil y juvenil.

Cada una corresponde a un conjunto de comportamientos que imitan el desarrollo natural de un animal real. Una cría tiene dificultad para caminar y requiere cuidado constante. Después de un día, PLEO se convierte en un bebé, explorando activamente su entorno, y así sucesivamente. Hasta que se convierte en un dinosaurio mayor, con todo lo que eso conlleva.

La verdadera pregunta entonces que se antoja es: si estos robots son como mascotas, ¿por qué no comprar una real en vez de una robótica? Las mascotas-robot, especialmente las que parecen interactuar espontáneamente con sus dueños, ofrecen ventajas en sectores específicos. Este es el caso de los propietarios con necesidades especiales que no podrían ser capaces de tener un animal real.

Estos robots son buenas alternativas, por ejemplo, para las personas mayores que no tienen medios para caminar, comer, jugar o cuidar, pongamos, a un perro. Tampoco los robots hacen caca o dejan tras de si otros desórdenes propios de una mascota biológica. Y también son un buen sustituto para las personas que son alérgicas a los animales, así que resultan efectivas en una amplia variedad de situaciones.

Fuentes: telegraph.co.ukparorobots.comnytimes.com

Imágenes: parorobots.com

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