Motala es una elefanta hembra de 50 años. Coja. Perdió una pata en su tierra natal, Tailandia, cuando deambulaba por el bosque buscando comida. La mina antipersona con la que topó (triste recuerdo de la guerra entre Tailandia y Birmania) no sirvió para calmarle el apetito pero sí para arrebatarle parte de su pata delantera izquierda y su capacidad para andar. Era 1999 y parecía que el pobre animal ponía fin a sus días felices.
Tuvo que esperar siete largos años hasta que la suerte por fin le sonrió, en forma de una primera prótesis que poco a poco le fue permitiendo dar sus primeros pasos. El regalo, que no consistía más que en un saco relleno de serrín, fue obra y gracia de Friends of the Asian Elephant (FAE), el primer hospital del mundo exclusivo para elefantes, situado en la Reserva Nacional de Mae Yao, en la región de Lampang.
Este fue el primer paso de Motala de un largo camino para recuperar la movilidad.
Apenas tres años después, en 2009, cuando Motala ya se había adaptado a su primera prótesis, recibió una segunda, algo más sólida. Ahora, doce años después del incidente, el paquidermo camina normalmente y feliz gracias a su última prótesis recibida.
Las patas postizas para elefantes deben de ir variando durante el tiempo para adaptarse al peso del animal. Esta última intenta recrear (con bastante acierto) la forma y color de una auténtica pata de paquidermo. Y Motala parece estar encantada.
Pese a no estar desarrolladas al mismo nivel que para el ser humano, también existen prótesis especiales diseñadas para las necesidades específicas de muchos tipos de animales.
Desde una tortuga marina a la que se le reparó artificialmente el caparazón en las playas de Florida, otra a la que se le sustituyó la pata trasera por una rueda (con tracción trasera y todo, ojo), pasando por Fuji, un delfín dotado de una aleta de goma.
Fuji es un delfín del acuario de Okinawa, Japón, que contrajo una misteriosa enfermedad que afectaba a su aleta caudal. Los veterinarios tuvieron que amputarla para salvar la vida del mamífero, al precio de dejarle impedido el resto de su vida. Sin la aleta posterior, un delfín es incapaz ni siquiera de nadar o maniobrar.
Un equipo de ingenieros de la Bridgestone Tire Company diseñó una aleta postiza de goma, que en un primer momento fue rechazada por el delfín. Tras tres intentos fallidos, finalmente Fuji consigue nadar como uno más entre los suyos gracias a un moderno implante de caucho de silicona relleno de espuma.
Fuentes: BBC y The Journal
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