En Rumanía los contribuyentes están que trinan. Muchos de ellos quieren saber dónde están los 26 millones de euros que la Unión Europea ha puesto sobre la mesa para un proyecto de restauración de carreteras y que ha concluido montando neumáticos viejos de bicicleta alrededor de las tapas de las alcantarillas, para que no suenen cuando los vehículos pasan por encima.
El proyecto tenía como objetivo la mejora de las carreteras existentes y la pavimentación de calles en varios barrios de la provincia de Mehedinţi, al sur del país. Pero lo que se han encontrado los ciudadanos rumanos tras la finalización de las obras es una enorme chapuza de trabajo, que han coronado rodeando con ruedas viejas de bicicleta las tapas de las cloacas para aislarlas acústicamente.
Las críticas de los ciudadanos, que exigen que se demuestre donde ha ido a parar todo el dinero, han provocado que se abra una investigación a los funcionarios de Mehedinţi que han gestionado los fondos, para que expliquen el destino de estos.
El director financiero regional, Radu Manafu, se ha desmarcado de las supuestas acusaciones de desvio de dinero y afirma en su descarga que “la gente siempre quiere tener todo nuevo y cambiado, pero no hay tanto dinero. La tapas de las alcantarillas hacían un ruido terrible antes de que solucionáramos el problema y nadie se fija en eso...”.
Pues ahora parece que sí que se han fijado...
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