OPINION

A vueltas con el primer "teléfono móvil" de la historia

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Recientemente circulo por Internet un cortometraje datado en 1922 en donde supuestamente dos mujeres aparecían usando un teléfono móvil. ¿Era la primera demostración de una tecnología futurista que casi 80 después se convertiría en imprescindible? Pues no era un teléfono móvil.

Atribuir a este artefacto como el primer móvil de la historia es como atribuirle a Julio Verne el primer viaje a la Luna. En lugar de un teléfono móvil, lo que las dos mujeres en la calle parecían sujetar es más bien el primer walkman, un proto-receptor de radio de la noche de las ondas que se llamó crystal-radio, el tipo más simple de un receptor de radio.

La confusión proviene del hecho de que el término "teléfonos inalámbricos" fue ampliamente utilizado en 1922 para lo que hoy simplemente llamamos "radio". Eso significa que lo que las doñas sujetaban no era necesariamente un dispositivo capaz de transmitir y recibir mensajes.

De hecho, la mayoría de los dispositivos de radio durante este tiempo eran simplemente un transmisor o un receptor, no las dos cosas.

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Sin embargo, algunos inventores empezaron a hacer retoques por diversión de lo que esencialmente luego sería la tecnología del walkie-talkie. Y uno de ellos fue el gran inventor Hugo Gernsback, llamado por muchos "el verdadero padre de la ciencia ficción" por lo revolucionario de su ideario futurista.

Gernsback fue una figura muy importante en el desarrollo de la radio y ya allá por 1909 abrió la primera tienda del mundo especializada en radios en el 69 de West Broadway en Nueva York. Él fue el que le vendió a otro inventor de Filadelfia, llamado WW Macfarlane, los instrumentos necesarios para experimentar con su propio "teléfono móvil", que probó en 1920, dos años antes que la famosa conversación de las señoritas.

Macfarlane logró hablar, esta vez sí, con su señora, que estaba sentada en su garaje a 500 metros de distancia, mientras iba en un coche conducido por su chófer. Lo hizo gracias a una caja que llevaba colgada del hombro mientras sostenía en una mano tres piezas de tubo de estufa colocadas en un tablero que hacía de antena, un equipo con el que se se subió a un automóvil para pasear por un camino de tierra.

Esta fue la primera demostración de lo que sería un comunicador inalámbrico (llámalo "teléfono portátil") inventado por WW Macfarlane, de Filadelfia; y en la misteriosa caja al hombro, que pesaba unos doce kilos, estaba contenido el transmisor telefónico y los receptores, según lo descrito en el magazine The Electrical Experimenter de 1920.

Se trataba de la publicación editada por Hugo Gernsback que luego pasó a llamarse Science and Inventions, y la que es considerada la segunda publicación de electrónica de la historia (la primera fue Modern Electrics, de 1908, también editada por Hugo Gernsback). El artículo en cuestión ha sido reproducido en el blog del Smithsonian, Paleofuture.

En esa revista, el reportero de The Electrical Experimenter le preguntó a Macfarlane por cuánto podría vender comercialmente su dispositivo y este le dijo que le saldría alrededor de 15 $ en costes de fabricación (unos 160 dólares ajustados a la inflación). También le preguntó si tendría alguna utilidad práctica en el futuro.

Macfarlane miró hacía atrás y le contestó rememorando la Primera Guerra Mundial, que había terminado hace menos de dos años antes:

"Si esto lo pudiéramos haber utilizado en la guerra, piense en el valor que hubiera tenido. Un regimiento equipado con receptores de teléfono, sólo con sus fusiles como antenas, podría avanzar una milla y cada uno de ellos al instante estaría en contacto con el oficial al mando. Los mensajeros ya no serían necesarios. Ya nunca más habría batallones perdidos”

Vía Daily Mail

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