OPINION

El hombre después del hombre: un retrato del "ser humano" dentro de 5 millones de años

acuatics
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Man After Man: An Anthropology of the Future (1990) es un libro especulativo escrito por el geólogo escocés Dougal Dixon que bebe de las profundas fuentes de la ciencia ficción para explorar las posibilidades de la evolución de los seres humanos de aquí a nada menos que 5 millones años.

Siempre teniendo en cuenta que antes no nos hayamos extinguido para siempre. Fundamentalmente, Dougal Dixon se basa en el hipotético efecto de la ingeniería genética en nuestro devenir vital a lo largo de los milenios.

La línea temporal comienza a los 200 años a partir de ahora, cuando el hombre como lo conocemos comenzaría a transformarse en varias criaturas genéticamente modificadas. Ahí ya nos encontramos con el nacimiento de una nueva especie de seres humanos que cataloga como aquamorphs o aquatics, seres humanos marinos con branquias en vez de pulmones para respirar bajo el agua, que evolucionarían durante cerca de unos 50.000 años.

También muestra la aparición del tipo vacuumorph, hombres cuyo ADN se ha dirigido para soportar la vida en el vacío del espacio. Su piel y sus ojos lllevarán capas protectoras para aguantar la presión. Es en ese momento cuando Dougal Dixon prevé un derrumbamiento eventual de nuestra civilización, con algunos seres humanos afortunados escapándose para colonizar el cosmos con la ayuda de estos vacuumorphs.

Esto ocurriría, según Dixon, en torno a los 500 años. Los seres humanos alterados genéticamente que queden en este valle de lágrimas deberán hacer frente desde entonces a un nuevo fenómeno. Como no habrá laboratorios abiertos tras el cataclismo, las modificaciones evolutivas se desarrollarán naturalmente y habrá muchas nuevas formas de hombres resultantes de la selección natural que intentarán co-existir para mantenerse.

Seres humanos coloniales con un solo padre reproductivo, seres humanos acuáticos que nadan y pescan con la habilidad de una nutria, Spiketeeth o seres humanos rapaces, hombres felinos con dientes de sable que ocuparían el espacio dejado por los lobos o los osos; e incluso seres humanos parásitos desarrollados a través de cambios naturales (aunque esto no ha cambiado mucho).

Así ocurriría hasta pasados los 3 millones de años, tiempo en que podremos ver desfilar por delante de nuestras narices a cosas como el AntMan, un oso hormiguero humano que habitará los bosques templados y al que no le hace efecto el ácido fórmico de las hormigas (que por entonces también serán king-size); Slothman, o el Giganthropus arbrofagus, una especie de extinto megaterio, tan pesado que no puede mantenerse en pie y con gruesas garras para derribar las ramas; o el escurridizo Harenanthropus longipis, un pequeño Gremlin de pies ligeros que habitará los desiertos trasportando una especie de Kuato dentro de su cuerpo.

Después de cinco millones de años de evolución ininterrumpida, los descendientes del hombre moderno que se retiraron al espacio volverán a casa por Navidad para poner un poco de orden en este sindiós de especies. Entonces el mundo sí que cambiará dramáticamente y aquello se convertirá en una auténtica Babilonia de razas y pareceres.

Ahora los seres humanos, que se habrán traído consigo otras formas de vida de sus viajes estelares, competirán por respirar el poco oxígeno que quedará en nuestra atmósfera. Así la ciborg-tecnología alienígena ayudará a crear una especie humana con nuevos sistemas de respiración más eficientes.

Y volverá la modificación genética para conseguir seres humanos de la altura de titanes y con múltiples brazos, para la construcción de grandes edificios y ciudades; o tan pequeños como un grano de sal, para la elaboración de dispositivos a nanoescala para solucionarnos la vida.

Una vez hayamos dejado, con la ayuda de nuestros amigos los extraterrestres, la tierra definitivamente en ruinas y sin un gramo de oxígeno, toda la vida terrestre en el planeta habrá desaparecido. Pero la vida continuará en el fondo de los océanos del mundo, en los oásis subacuáticos que queden, según afirma Dougal Dixon.

En el abismo, en la Fosa de las Marianas de nuestra evolución, surgirá entonces el Piscanthropus profundus, un descendiente de un monstruo acuático ahora extinto, que será el que recolonize eventualmente la superficie de la Tierra, para dar comienzo de nuevo al ciclo de la vida del “ser humano”.

Tanta evolución para terminar convertidos...en esto.

Fuente y fotos: Man After Man: An Anthropology of the Future (1990) y Wikipedia

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