OPINION

Las revistas de la sala de espera del dentista pueden ser un nido de bacterias

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Todo dentista que se precie dispone en su sala de espera de un buen surtido de ¡Holas!, Diez Minutos, Prontos y, los más audaces, National Geographic, La Gaceta del Ortodoncista, FHM o Modelismo Hoy. Si algo tienen en común este agregado de publicaciones es su inexistente fecha de caducidad: cuando estás esperando a que te hagan un empaste no es un requisito que las andanzas del niño de Rociíto no sean de la semana en curso, sino que hayan tenido lugar hace ocho meses.

Y ahí radica el peligro, advierten las autoridades sanitarias: la escasa rotación de las revistas en la mesita baja tiene el efecto colateral de que cientos de manos pasan por sus hojas, dejando enormes cantidades de virus, bacterias y otros microorganismos, convirtiéndose inopinadamente en fuentes potenciales de infecciones. La advertencia llega del organismo británico que se ocupa de estos menesteres: el Care Quality Comission (CQC, nada que ver con Caiga Quien Caiga), una división del NHS, el equivalente a la Seguridad Social británica.

El CQC llegó a semejante conclusión tras visitar las consultas de diversos dentistas del país, donde encontraron pilas de números atrasados, algunos con décadas, de, en este caso, Gardener's World, Reader's Digest Country Life y el inevitable Hello! La comisión recomienda que las revistas estén “libres de cualquier foco evidente de contaminación” y que no tengan más de una semana de antigüedad , lo que de paso colaboraría a que los pacientes estén mejor informados.

Como era previsible, el aviso no ha sido bien recibido entre los estomatólogos de aquel país. Un minisondeo realizado por el diario Telegraph entre los dentistas desvela irritación y suspicacia a partes iguales. Un portavoz del Colegio de Dentistas se expresa en estos términos: “Ofrecer a los pacientes revistas para que lean en las salas de espera es una manera excelente para que se relajen y las personas más ansiosas dejen de lado sus preocupaciones. Parece que este tipo de regulaciones trata de entorpecer más que de mejorar el trabajo de los dentistas”.

Porque al fin y al cabo, ¿de dónde salen esas revistas? ¿quién las pone allí? Pues en su mayoría son suscripciones que tiene el propio dentista en su casa y que dejan en la clínica cuando ya han sido leídas -bien cargaditas de bacterias- unas semanas después. Sólo los dentistas de alto standing se pueden permitir una suscripción a FMR ex profeso para su sala de espera. Y, honestamente, entretiene más el Cuore.

Visto en Telegraph.

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