OPINION

L’Hydroptère: el velero más rápido del mundo no surca el mar sino vuela

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Es paradójico que el sueño de construir el velero más rápido del mundo sobre agua se haya gestado en el aire. Sentados uno al lado del otro en un vuelo de Air France, el regatista Alain Thébault y el arquitecto Jean Nouvel descubrieron que tenían ideas similares y algo importante en común: la persistencia y la imaginación en la creación de nuevos conceptos.

Así que el arquitecto le prestó su estudio al marinero y ambos ahora han anunciado la culminación del programa del L’Hydroptère ('Hidróptero'), el velero más rápido del mundo que en las próximas semanas va a tratar de establecer el récord de velocidad de la travesía transpacífica entre Los Ángeles y Honolulu, actualmente en posesión del maxi trimarán Geronimo en 4 días, 19 horas y 31 minutos.

La marca es una de las pocas muescas que en la quilla que todavía no ha logrado esta nave que combina tecnología avanzada e ingeniería aeronáutica para elevarse por encima de la superficie del agua como un hidrodeslizador, gracias a las sustentación hidrodinámica. El velero no flota, sino que se desliza a 5 metros sobre el mar gracias a una especie de alas que le permiten viajar de 20 a 45 nudos (37 a 83 km / h) con fricción reducida.

Debido a la densidad del agua, estas láminas de sustentación deben resistir presiones dos veces más altas que las ejercidas en las alas de un avión de combate. Para ello el barco utiliza materiales compuestos, tales como fibras de carbono impregnadas con resina epoxi y piezas de titanio.

Para cumplir con las leyes de la hidrodinámica, la forma de la embarcación también está optimizada para asegurar una mayor eficiencia de las velas y reducir al mínimo la resistencia del aire en la estructura de la embarcación.

Una vez que el barco alcanza los 10 nudos, estas "alas" sumergidas desplegadas en 45 grados generan un empuje hacia arriba. Con el ángulo apropiado de ataque a la lámina de agua, la suma de las presiones genera un empuje hacia arriba con una fricción reducida, lo que eleva el barco como lo hacen las alas de un avión (al fin y al cabo, es el mismo principio físico).

A continuación, el casco y los flotadores del Hidróptero lo mantienen sobre la superficie del mar de tal manera que sólo 2,5 m² de la embarcación están en contacto con el agua, logrando así alcanzar semejantes velocidades. Y como en los aviones, cuanto mayor es la velocidad, mayor es la ascensión.

En teoría, todo parece muy simple. Pero en la práctica, el logro de este increíble proyecto ha tropezado con numerosos obstáculos. Entre el modelo inicial realizado en 1985 y el primer registro roto por el Hidróptero en 2005, Alain Thébault trabajó duro durante veinte años y fracasó estrepitosamente para dar con la configuración ideal que permite esta joya tecnológica surcar las aguas como un velero bergantín empujado por el mismísimo diablo.

Pero llegó su recompensa. Ese mismo año de 2005, con el apoyo de los ingenieros de Dassault Aviation responsables del proyecto Mirage 2000 o del avión Rafale, modificó su barco para un intento de alcanzar la mítica velocidad de 50 nudos. En septiembre de 2009, en Hyères, Francia, Alain Thébault y su tripulación lograron romper el récord absoluto de velocidad en 500 metros con 51,36 nudos (rozando los 100 km/h) empujado por un viento de sólo 28 nudos, aprovecha el efecto de “viento aparente“, al navegar perpendicularmente a la dirección que sopla el viento.

Hoy en día, gracias a la pasión, la energía y la audacia de este digno heredero del matrimonio de Ulises e Ícaro, L’Hydroptère es el velero más rápido del mundo y desean escribir un nuevo capítulo en esta épica entre el cielo y el mar, con la conquista de los mayores registros oceánicos.

Que los vientos le sean propicios.

http://youtu.be/dqZcyPLnWUY

Más info y fotos: L’Hydroptère

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