OPINION

Un día en Tierra Santa

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"Es un lugar fantástico. Es increíble. Lo que más me gusta es el Cristo gigante, es conmovedor". Fernanda y Lucía de Luján, visitantes.

Gigante, ese es el calificativo que mejor se adapta a “Tierra Santa”, el primer parque temático dedicado a la vida de Jesucristo, desde su nacimiento hasta su crucifixión. Situado en un terreno de 8 hectáreas en la costanera de Buenos Aires, el parque abrió sus puertas en 2006 con el objetivo de llevar a los fieles la vida de nuestro señor en cartón piedra y confetti.

Cristos king-size, figurantes a go-go, shows a lo Aquarius, muñecos que se mueven...todo en el parque tiende a la grandiosidad religiosa, para gozar como en Broadway mientras se rememora la historia de la Cristiandad. No parece una mala propuesta de negocio; de hecho, The Holy Land Experience, la copia anglosajona de “Tierra Santa”, es todo un éxito de público en su Orlando Natal.

No es el caso del parque decano bonaerense, que pasa por unas horas bastante bajas en cuanto afluencia de público y riqueza de contenidos. Nos trasladamos hasta allí, en un visto y no visto, para desvelar las causas de su escaso éxito.

¿Figuras móviles? Sólo los ojines.

"Tierra Santa" es un parque estructurado alrededor de los momentos más trascendentales de la Biblia. Entre sus docenas de atracciones tiene el orgullo de contar con el pesebre animado más grande del mundo, que posee una capacidad de 400 personas y más de 250 figuras articuladas.

Si uno espera un Cortilandia de dimensiones bíblicas, la cosa está muy lejos de parecerse. Apenas unos movimientos de ojos, imperceptibles desde la tribuna, de los Reyes Magos, junto con un angelote de Rubens que baja desde el cielo entre destellos, es todo lo que  se necesita para trasladar al visitante a una eterna Navidad durante el otoño porteño.

Más impactante es la representación de la última cena, donde los apóstoles, además de los ojos, mueven (algunos) las manos en una especie de robot-dancing. En "La Resurreción", en el centro del parque, cada 20 minutos uno puede ser testigo de la salida de un imponente Jesucristo de 18 metros de altura, que emerge de la montaña a lo "Mazinger Z" y bendice los 4 puntos cardinales.

Por supuesto, uno de los principales reclamos de "Tierra Santa" es hacerse una foto con este Cristo. De hecho, más de uno se ha despeñado de la montaña por intentarlo. Más accesible es el "Sagrado Corazón", que está en una cripta y donde los niños pueden subirse a sus manos y toquetear la gran víscera con admiración.

¿Danzas regionales? Sin pies ni cabeza.

Uno de los fuertes que hacen de "Tierra Santa" un lugar para visitar son los números protagonizados por actores y bailarines, que escenifican distintos acontecidos de la vida de Jesús. Sin lugar a dudas el más esperado es el de la Crucificción, donde un señor es, literalmente, clavado en una cruz. Luego se le lleva al monte en peregrinación para confeccionar una estampa final digna de "La Vida de Brian", con fuegos de artificio y gran pirotecnia final.

Existen distintas zonas temáticas donde se pueden degustar otro tipo de shows menos impactantes, como el "Muro de los Lamentos (o lamentaciones)", "el Monasterio de los Franciscanos", la "Gruta de las Vírgenes y los Santos" o el "Cenáculo". También merece la pena admirar las cabriolas del grupo de danzas árabes de Mario Kirlis. Una opción cultural, colorida y sumamente entretenida para disfrutar en familia pero que poco (o nada) tiene que ver con la vida de Cristo, que sepamos.

¿Viva la gente? La hay donde quiera que vas.

¿Cómo es el visitante tipo de este parque? Pues, lo habrán adivinado: monjas con sus hábitos (entran gratis), tullidos, mucha persona en el invierno de su existencia, chinos, africanas...aunque también familias enteras en shores. Un crisol de culturas que pulula en silencio sepulcral por los callejones y recovecos asombrándose de las figuras presentes y pasadas que más han hecho por la Cristiandad: la Madre Teresa de Calcuta, Gandhi (¿?), Lutero, el Papa Juan Pablo, el Ángel de la Guarda...Todos ellos en sus respectivos stands.

No dejan meter comida ni termos para hacer mate; para eso están los restaurantes temáticos “Betlem”, la "Puerta de Damasco", el vegetariano "Arca de Noe" y la pizzería "Salem" (en la que no sirven pepperoni). Un buen sitio para tomar un tentempié  es recostado sobre el Arca de la Alianza, una reproducción clavadita a la que sale en "Indiana Jones".

¿Y qué es lo que falla? La fe no mueve carruseles.

No se engañen. Aunque lo intente, "Tierra Santa" no está plagada de montañas rusas imposibles, pasacalles con piolines de peluche o bailarinas medio en porretas. Sí, es un parque temático, pero para el alma y el espíritu; no para este cuerpo nuestro hecho carnaza que desearía estar en DisneyWorld París nada más pasar el umbral de su entrada.

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