OPINION

Para protestar primero hay que enseñar

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Desde la época soviética, el acoso sexual en Rusia y su entorno se ha convertido en algo presente en la vida laboral y universitaria. Según una encuesta reciente, el 100% de las mujeres profesionales afirman que han sido objeto de acoso sexual por sus jefes. Y no sólo eso: el 32% de las mujeres trabajadoras afirman que han tenido relaciones sexuales con sus superiores al menos una vez; otro siete por ciento dijo haber sido violada en la oficina.

Es una práctica tan arraigada en Rusia que 8 de cada 10 mujeres que participaron en la encuesta creen que es imposible lograr un ascenso sin mantener relaciones sexuales con los mandamases masculinos. Las mujeres también denuncian que es común ser intimidadas a mantener relaciones sexuales directamente durante las entrevistas de trabajo, mientras que las estudiantes se quejan de que los profesores universitarios ponen notas más altas a cambio de favores.

Incluso el problema se ha trasladado a las escuelas, sin que nadie haga nada. Se trata de algo tan enquistado en la sociedad eslava que todos los estamentos del país hacen la vista gorda. De hecho, sólo dos mujeres han ganado casos de acoso sexual desde el colapso de la Unión Soviética, una en 1993 y la otra en 1997.

Tal es el problema que transgrede el coto de esos hijos de Putin y ha llevado a los activistas de los derechos humanos de todo el mundo a afirmar que las mujeres de Rusia siguen siendo ciudadanos de segunda clase y son sometidas a los más altos niveles de violencia doméstica de la Tierra.

¿Cómo se puede parar esta espiral, en todos sus formatos, que lleva décadas axfisiando a las antiguas soviéticas? Un gran paso es empezar a mostrar publicamente lo que se hace entre los muros de las oficinas o las escuelas.

Recientemente, en el centro de Kiev, la capital de Ucrania (otro país, que junto a Rusia ha heredado la mala praxis humana de los padres de la Revolución) unas activistas pro-derechos de la mujer se plantaron justo en la puerta del Ministerio de Cultura, para llevar a cabo una protesta contra el acoso sexual en los colegios del país.

En éste caso no era una concentración silenciosa con pancartas sino que se adoptó un enfoque distinto, que atacaba directamente el gérmen del problema: una visión descarada y de vodevil que realmente ilustra a la perfección lo que no debe pasar en las aulas (que luego se traslada a las oficinas) y que buscaba provocar la máxima vergüenza de los órganos de gobierno ante las cámaras de todo el mundo.

Y con semejante montaje, lo consiguieron con creces. Bravo.

Puedes ver el resto de las fotos en English Rusia y las originales en Delfi. Avisamos que algunas son de alto contenido sexual...

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