OPINION

Esta noche practicaremos kung-fu en el Infierno

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Obsesionado por lo que vieron durante la ofensiva israelí en la Franja de Gaza a finales del año pasado, un número creciente de niños están acudiendo a clases de artes marciales en todo el territorio devastado de la costa palestina. Los clubes privados que ofrecen clases de kung fu y karate han atraído a decenas de estudiantes a raíz de los combates, un fenómeno que los psicólogos infantiles atribuyen a los traumas mentales generalizados en la población.

El "Dragón Rojo", uno de esos estudios de artes marciales, situado en la ciudad de Beit Lahiya, muestra con toda su crudeza como los niños realizan un entrenamiento marcial más allá de los límites de lo imaginable. Salih al-Sawalja, de 15 años, yace en una cama de clavos con otros dos niños de pie sobre su pecho, mientras en la otra punta de la habitación otro niño restriega su cara contra gran cantidad de cristales rotos.

"Nadie será capaz de meterse con nosotros después de convertirnos en maestros de kung fu" afirma con los ojos abiertos Nashaat Abu Harbid, de nueve años de edad. "Todo el mundo tendrá miedo de nosotros", grita mientras se encamina a una nueva prueba, donde tendrá que caminar descalzo sobre las hojas afiladas de grandes cuchillos.

Los niños explican que el kung fu aumenta su autoestima y les permite "defenderse a si mismos, a sus familias y su país de los judios". Helmi Matar, el sen-sei-entrenador del Dragón Rojo afirma que el interés por las artes marciales ha crecido a raíz de la guerra, que mató a más de 1.400 palestinos y dejó a vastas zonas del enclave en ruinas.

Los psicólogos infantiles temen que el creciente interés sea una consecuencia del trauma sufrido por los niños durante las tres semanas de constantes ataques aéreos que asolaron la zona hace casi un año. "Los niños internalizan una enorme cantidad de la violencia de la guerra y no son capaces de expresarla, sobre todo cuando sienten que nadie en su familia puede protegerlos", afirma Iyad Sarraj, psiquiatra y director del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza.

"La violencia engendra violencia. Los niños tratan de liberar esta energía acumulada practicando estos deportes. Eligen la violencia ya que se ajusta con su situación y aumenta su sensación de poder. El deporte es una forma de conseguir una liberación, pero no debemos permitir que aumente el nivel de violencia", concluye. "Los niños de Gaza ya han sufrido suficientemente".

Todas las fotos en UPI

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