OPINION

Un restaurante donde puedes romper botellas en la cabeza

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Cuenta la leyenda que el karaoke surgió como un modo de apaciguar el estrés de la siempre cargada sociedad nipona. Al tratarse de un mundo tan cerrado, donde los trapos sucios se lavan en silencio, el karaoke pronto supuso una válvula de escape para todas aquellas familias a las que les daba vergüenza tirarse los trastos en la intimidad del hogar.

Y todo porque dicho hogar tiene las paredes muy finitas. La natural tabicación en papel de arroz de las casas niponas permitía a los vecinos enterarse cuando cualquiera decía una frase más alta que otra, así que los japoneses optaron por salir a locales insonorizados para dar los gritos enfrente de un micrófono y desfogarse coralmente sin sentir vergüenza.

Pero no sólo de gritos vive el estresado. Si, además, se pueden romper cosas, miel sobre hojuelas. Esta es la máxima que persigue la apertura del restaurante んだ〜バカヤロウ, que aquí traduciremos (según Google San) como "Bakayarou". El local, que abrió hace unos meses en la ciudad de Nagoya, permite a sus clientes aliviar el estrés con una serie de divertidas actividades entre comensales, que van desde calar al amigo a base de palanganazos de agua hasta romperle, directamente, una botella en la cabeza.

El Sr. Hasegawa es el dueño del negocio y ha creado una especie de cubo acristalado, como aquel en el cual se duchaba Ana Obregón cuando perdía al "¿Qué Apostamos?", donde uno puede entrar con el comensal de su confianza y ducharle a base de globos gigantes de agua o partirle una botella de champagne en la camocha como el que bautiza al Queen Mary.

Todo se realiza en el espacio controlado del "Bakayarou BOX", un ring transparente de plexigás que protege y permite al resto de clientes observar la escena, para que también se partan de risa con la ocurrencia.

Los precios son del todo populares: accionar el botón que descarga una palangana de agua en la cabeza del interfecto...1.000 yenes (8 euros); explosión de globo gigante lleno de agua sobre cabeza laqueada...2.000 yenes (16 euros)...hasta llegar al especial "Cerveza split", donde se da la oportunidad de estampar una botella de cristal en la cabeza (de esas que utilizan los especialistas, no me sean burretes)...por 3.000 yenes (24 euracos).

El restaurante abrió sus puertas en mayo pasado y el boca a boca lo ha llevado a tener una lista de espera kilométrica, por lo que el señor Hasegawa ya está pensando en hacer más perfomances en el callejón de la cocina, que es el lugar donde se han dado los botellazos de toda la vida.

Visto en Japan Trends

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