OPINION

Pues va a ser verdad: Doraemon es sólo un sueño

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Hay varias teorías circulando acerca del final de esta mítica serie japonesa de dibujos animados, quizá el manga más exitoso de la historia. Todas se basan en el hecho de que Doraemon no tiene un capítulo final oficial, en parte porque uno de los dos creadores de la serie murió antes de que decidiesen el desenlace. Este hecho constituye un importante acicate para que la serie no haya dejado nunca de emitirse en Japón desde su creación en 1969.

La falta del capítulo definitivo alimenta con fuerza la caldera de las leyendas urbanas acerca del final del gato robot cósmico. La que más se lleva es la que afirma que todo es un sueño. En un hipotético último episodio se nos muestra a Nobita como un niño con cáncer que se despierta del coma. Durante su sueño ha vivido los capítulos que hemos visto hasta ahora, siendo sus aventuras con Doraemon, Shizuka y compañía sólo un reminiscencia onírica.

Otras teorías dicen que a Doraemon se le acaban las pilas en un momento dado y Nobita tiene que cambiarlas, "reseteando" al gato que termina por no recordar nada. Y hay más, cada una a gusto del consumidor.

Como no hay nada seguro, un servidor tiene muy claro cómo le gustaría que acabara Doraemon: muerto con un funeral digno de un marajá, como le ocurrió a este peluche de Doraemon que el pasado 2 de febrero fue incinerado en una elaborada ceremonia funeral budista tailandesa que costó a la propietaria del muñeco 200.000 baht (unos 6.000 dólares).

Así transcurren los episodios:

Plubplueng Ngamchareon, una mujer tailandesa de 48 años, recibió el muñeco de Doraemon de manos de un monje budista, cuando ella estaba en el hospital recibiendo tratamiento por un cáncer desde hace tres años. Después de una milagrosa recuperación, la mujer comenzó a tener sueños en los que aparecía Doraemon dándole consejos y, a veces, los números de la lotería.

Ella atribuyó su recuperación, la salud, la buena fortuna en los negocios y las ganancias de la lotería (que le tocaba de vez en cuando) a su peluche de Doraemon, que había llegado a tratar como su propio hijo. La señora incluso llegó a contratar a alguien para que llevara al inerte Doraemon a la escuela, donde tenía su propia taquilla.

En octubre de 2009, el muñeco de Doraemon visitó sus sueños una vez más para decirle adiós y comunicarle que estaba muerto. El muñeco dio precisas instrucciones a la mujer de cómo preparar su funeral. Como es tradición, el 'cuerpo' fue enterrado en el templo durante 100 días y el funeral culminó con la ceremonia de cremación del pasado 2 de febrero, que contó con la presencia de un centenar de personas, incluyendo sus compañeros de clase de preescolar.

En la ceremonía, como se puede ver en el siguiente vídeo, Plubplueng Ngamchareon no pudo contener la emoción y terminó siendo pasto de la más aguda desesperanza, al ver como su peluche (y su suerte) pasaban a formar parte de la Eternidad.

Lo vi, y lloré, en DigiManga

En inglés, aquí

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