OPINION

El coche-policía con arpón finés detiene a los que no quieren parar

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En 1996, agentes de la policía finlandesa decidieron poner en práctica un novedoso método para detener a los vehículos que circulaban con exceso de velocidad o que se daban a la fuga: incorporar un arpón de grandes dimensiones en las patrullas que pudieran clavar en los coches en marcha.

Básicamente, el sistema funcionaba de la siguiente manera: el coche de los agentes de la ley se pone detrás del infractor a la fuga, clava su arpón en la chapa y lo detiene; en casos extremos lanzando un gas lacrimógeno que sale de la cabeza del arpón y que hará plantearse al díscolo conductor si debe seguir dentro de ese coche o parar ipso-facto.

Eso cuando el arpón no se clava directamente en el automovilista, con lo que la policía finlandesa se ahorraría una carga de gas...

El coche con arpón en el parachoques delantero fue desarrollado por la policía en Oulu, a 610 kilómetros al norte de Helsinki, como solución al hartazgo que sufrían con los borrachos que, cada fin de semana, se escapaban a toda pastilla haciendo caso omiso de las indicaciones de detenerse.

A diferencia de un arpón tradicional, la versión de tráfico no es lanzado, sino que es montado en la parte delantera del coche-patrulla con un sistema hidráulico que permitía detener al fugitivo con los frenos del propio coche policial. Tampoco había peligro de que el automóvil fuera de control bloqueara sus frenos, haciendo que el coche pegado su trasero se estampara contra él.

El sistema de gas lacrimógeno, que se libera a través del arpón hueco, sólo se utilizaría si falla la "detención por inserción zaguera de lanza", una denominación un poco gay pero que bien vale para definir la esencia del asunto. Este gas también es un método muy práctico si el conductor, por ejemplo, se niega a salir del coche después de haberse detenido.

El arpón, de 1 metro de largo, podía girar para adaptar su trayectoria al gusto y estaba equipado con una mira infrarroja que permitía al oficial al mando dirigirlo con precisión en la oscuridad de la eterna noche invernal.

Markku Limingoja, el sargento de policía que lo diseñó, se pasó casi dos años trabajando en el proyecto antes de construir un prototipo, que fue probado a principios del verano de 1996 mientras buscaba la aprobación del gobierno para ponerlo en uso de una manera regular.

"Creo que es probablemente la manera más eficaz de detener a aquellos que no quieren ser detenidos", dejó escrito Markku antes de que su idea desapareciera en el cajón de la risa del Ministerio de Interior finés.

La noticia, en su día

Y la patente, que llegó a sellar la oficina americana de patentes

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