OPINION

Prohiben tragar agua en las piscinas públicas de Viena...para ahorrar

PISCINADEFF
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Según un estudio llevado a cabo por los gerentes de las 18 piscinas públicas de Viena, los bañistas “se beben” cerca de 5.000 litros de agua clorada al día en estos centros. Por eso el Ayuntamiento de la ciudad ha solicitado a los usuarios “que dejen de tragar agua”, en un intento por ahorrar dinero y sanear las maltrechas arcas municipales.

Y no sólo éso. También han pedido a los bañistas que no acudan ataviados con bermudas a tomar su baño. Las pruebas que han realizado revelan que un usuario que se baña con bermudas retiene un promedio de 2,5 litros de agua, litros que quedan atrapados en sus trajes de baño cada vez que salen de la piscina por la escalerilla, para posteriormente malgastarse en el suelo.

Martin Kotinsky, Portavoz de Piscinas Públicas y Saunas de la capital, afirma que cada vez que un nadador utiliza la piscina, se pierde una gran cantidad de agua que debe ser reemplazada y pagada. Calcula que por cada 1.000 visitas a la piscina se pierden 2.500 litros de agua, entre bañadores mojados y chupitos de cloro sin intención.

Porque además de la factura del agua, hay que añadir la del cloro, que también cifran en unos escandalosos 1,3 € por piscina.

Esta “prohibición” (aunque más bien habría que tomarla como una “recomendación”, dada la imposibilidad de controlar los buches de agua de cada uno) llega en plena ola de calor austriaca, lo que ha elevado notablemente la asistencia a las piscinas municipales, llenado sus solariums de usuarios que tratan de refrescarse como pueden.

Martin Kotinsky y sus superiores también están estudiando una reducción drástica del agua que se gasta en las saunas, el otro de sus negociados. Aunque el calor aprieta de lo lindo en Viena, las saunas de la ciudad actualmente sólo tienen un tercio menos de clientes que durante el invierno. Unas 23.000 personas visitaron las saunas en mayo y en junio llegaron a las 24.000, frente a los 35.000-38.000 usuarios en los meses de invierno.

"Por supuesto, hay menos usuarios, pero tenemos muchos clientes habituales que nos siguen visitando, incluso cuando hay temperaturas exteriores de 35 grados centígrados", explicó Kotinsky, al que le llevan los diablos cuando se imagina a los vieneses echando agua a cubos sobre las piedras incandescentes, cuando bien podrían ponerse al solete media hora para lograr el mismo efecto.

Para más inri, 12 de las piscinas públicas de Viena incorporan una de estas saunas anexas, por lo que el escenario para las autoridades no puede ser más inquietante: un austriaco de dos metros, con bermudas como velas de galeón, haciendo aguadillas a toda la piscina y, luego, relajándose en la sauna mientras echa palanganas de agua al infiernillo.

Como diría el portavoz Kotinsky... “¡Qué despilfarro, rediós!”

Vía Daily Mail

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