OPINION

De cómo una botella en el orto inició el desmembramiento de Yugoslavia

Djordje Martinovic
Djordje Martinovic

Martinovic, representado como el protagonista “El martirio de San Felipe”, de José de Ribera. Obsérvese la botella en la esquina inferior derecha del cuadro.

El caso de Djorde Martinovic no hubiera sido más que otro chascarrillo para solaz de médicos y enfermeras si no hubiera mediado el “efecto mariposa”, ése según el cual el aleteo de un lepidóptero en Palencia puede acabar causando un tifón en Osaka. Martinovic se dio placer anal con una botella y aquel acto ingenuo y vergonzante fue el principio del fin de Yugoslavia, la nación Frankenstein invetada por el mariscal Tito.

Vamos por partes.

Djorde Martinovic era un granjero serbio de Kosovo, la región de mayoría musulmana de la república yugoslava. El primero de mayo de 1985 el hombre se presentó en un hospital con una botella de cristal rota inserta en el recto. Todo indicaba que se trataba de un caso de “auto-satisfacción”, como acreditaron varios fisiólogos y forenses, pero Martinovic se empeñó en que aquello había sido obra de dos albanos, que le atacaron y sodomizaron con la citada botella cuando trabajaba en su terreno.

Ante la gravedad de la denuncia, Martinovic fue enviado a Belgrado, la capital yugoslava, donde un comité militar determinó que era imposible que el propio herido se hubiera insertado la botella por el orificio, una tarea que sólo “pudo haber sido realizada por al menos dos o más individuos”. Los militares yugoslavos (serbios, por tanto) daban pábulo a la versión de Martinovic de la agresión de los albano-kosovares. Cabe recordar que en aquel momento estaba en discusión la autonomía de Kosovo respecto a Yugoslavia.

La prensa serbia utilizó el caso Martinovic para reavivar la llama del nacionalismo serbio, humillados muchos siglos atrás, en 1389, cuando los turcos infligieron una severa derrota a los príncipes cristianos -serbios, croatas y húngaros- precisamente en Kosovo Polje. La violación del serbio Martinovic fue comparada con los empalamientos que los turcos sometían a los cristianos durante los 600 años de dominación otomana de los Balcanes, que gobernaron Serbia hasta 1833 y Kosovo hasta 1912. Un psiquiatra serbio, Jovan Raskovic, abundó en la idea, afirmando que “los musulmanes están bloqueados en la fase anal del desarrollo psicológico, lo que explica su agresividad y su obsesión con la limpieza”.

La furibunda reacción de Belgrado rompía el tabú del nacionalismo en Yugoslavia, que el comunismo había logrado someter mediante una identidad común desde el final de la II Guerra Mundial.

Ante el clima de tensión suscitado por el incidente y por las reacciones, los serbios empezaron a abandonar Kosovo, donde ya eran minoría, alimentando el victimismo de sus parientes en el resto de Yugoslavia. Cuatro años después, en junio de 1989, Serbia se volvía a anexionar Kosovo, recuperando el control de los aparatos policial y judicial. Durante la siguiente década, los restos del Ejército yugoslavo, bajo el control de los serbios, batallaría para impedir las independencias de Eslovenia, Croacia, Kosovo y Bosnia.

Djorde Martinovic moría plácidamente en el pueblo de Citluk, Serbia, a edad de 71 años.

Visto en Wikipedia.

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