OPINION

La Operación Zarigüeya contra las ratas de Nueva York se salda con una plaga…de zarigüeyas

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Senior man with missing tooth, holding dead possum (toned B&W)

Pepe Isbert, izquierda, posa con una zarigüeya.

La idea sobre el papel no era mala: para acabar con la plaga de ratas que invade el subsuelo de Nueva York las autoridades decidieron soltar un puñado de zarigüeya, el voraz marsupial conocido por su afición a devorar roedores. Pero las zarigüeyas no han resultado tan obedientes como esperaban los políticos: en lugar de perseguir a las ratas han preferido instalarse en los jardines, alimentarse de basura y de la fruta de los árboles, multiplicándose sin control ante la ausencia de predadores. Nueva York tenía una plaga de ratas y ahora tiene dos: de zarigüeyas y de ratas, que siguen campando por sus respetos en el subsuelo.

Las zarigüeyas incluso han invadido el campo de golf municipal de Dyker Heights, en Brooklyn, convirtiendo sus bunkers y greens en un plácido campamento de marsupiales. Precisamente, la denuncia de la plaga ha venido de la representante de Brooklyn en el concejo, Theresa Scavo: “Están por todos los lados –dice- ¿acaso ninguno de estos neurocirujanos se percataron de que las zarigüeya se iban a multiplicar?

Aunque nadie en el ayuntamiento reconoce haber puesto en marcha la Operación Zarigüeya el New York Post recuerda que una reunión del foro de Brooklyn de 2007 se notificó que “la ciudad ha traído zarigüeyas para encargarse de las ratas”. Dicho y hecho: los predadores fueron liberados en los parques locales y en el paseo de Coney Island, con la esperanza de que acabaran con la proliferación de ratas en el área. En lugar de ello, las zarigüeyas crecieron y se multiplicaron, invadiendo Manhattan.

La segunda plaga es, si cabe, más preocupante que la primera. Las ratas viven en el subsuelo y resultan casi invisibles para los neoyorquinos. Sin embargo, las zarigüeyas se encaraman a los árboles y son singularmente fieras: tienen 50 afilados dientes, exhalan un fuerte olor y pueden contagiar la rabia. Aunque también son nocturnas, como las ratas, más de un vecino de Brooklyn se ha aterrorizado al encontrárselas en su jardín.

Para detener la proliferación de zarigüeyas, el Ayuntamiento planea liberar cocodrilos albinos en las alcantarillas.

Visto en New York Post y Three Hugger.

NOTA: Como aclaro en los comentarios traduje erróneamente "oposum" por "comadreja", que es como se conocen a las zarigüeyas en ciertas zonas de Sudamérica. Para los lectores españoles, corrijo por zarigüeya. El resto puede llamarlos como le plazca.

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