OPINION

¿Por qué las mujeres que conducen furgonetas infringen el “máximo de 10 artículos” en el supermercado?

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Si has guardado cola alguna vez en la “caja rápida” del supermercado es muy probable que hallas presenciado algún conflicto entre la cajera y los compradores que te preceden sobre el número de artículos: ¿supera una docena de huevos el límite preceptivo de “diez artículos”? ¿es trampa agrupar 30 artículos en tres grupos de diez y pagarlos por separado?

El sociólogo John Trinkaus se plantó en 1993 en un supermercado para estudiar la realidad de las “cajas rápidas”. Espantado, descubrió que el 80% de los compradores superaba el límite prerrogativo de diez artículos. Aún peor, dos años después el porcentaje ascendía al 93%. Trinkaus estableció una proyección y calculó que hacia 2011, el mes que viene, ni un solo comprador llevaría diez o menos artículos a la “caja rápida”. [No ha sido necesario llegar a esa fecha: en España, Alcampo y Carrefour han decidido sustituir el “máximo 10 artículos” por el menos polémico “sólo cestas”: “Nadie respetaba el límite de diez artículos”, me confirma una cajera de Alcampo Moratalaz].

El perspicaz investigador se dio cuenta de que los compradores estaban exprimiendo la norma, colocando en las cintas transportadoras de las  cajas sus compras en grupos de diez artículos, que luego pretendían pagar por separado. “Un comprador logró pasar 29 ítems por la caja rápida utilizando este taimado truco”, relata Richard Wiseman en su libro “Rarología”.

Pero Trinkaus no se quedó en la caja sino que decidió dar un paso adelante: siguió a los infractores de las cajas rápidas hasta el aparcamiento para averiguar qué vehículo conducían. De este modo pretendía trazar un retrato robot sobre el tipo de persona más inclinada a transgredir las normas sociales. El resultado: alrededor del 80% de los transgresores eran mujeres que conducían furgonetas.

Las mujeres que conducen furgonetas son más proclives a desarrollar comportamientos antisociales, como descubrió el propio Trinkaus años después. En 1999 se apostó delante de un colegio para anotar qué conductores superaban holgadamente la velocidad máxima en la zona: el 96% de las conductoras de furgonetas superaron el límite de velocidad, frente al 86% de los hombres que conducían furgonetas.

Intrigado por esta correlación, Trinkaus estudió los datos de otras infracciones de tráfico: conductores que se saltaban un stop (el 99% de las conductoras de furgoneta lo hicieron), conductores que bloqueaban la intersección de calles (el 40% de todas ellas fueron mujeres al volante de una furgoneta) y conductores que aparcaban en la zona de bomberos prohibida (35% de todas las violaciones a manos de, efectivamente, mujeres conduciendo furgonetas).

¿Qué gen de la maldad poseen esas hembras que deciden adquirir una furgoneta en lugar de un monovolumen para cometer sus fechorías y tratar de engañar a las cajeras del supermercado? Según el propio investigador,

“Hace relativamente poco que las mujeres se están acostumbrando a su nueva posición de poder en la sociedad y pueden haber desarrollado una necesidad inconsciente de demostrar conductas previamente adjudicadas a los hombres, tales como exceder la velocidad permitida, aparcar en sitios restringidos e ignorar las señales de tráfico”.

Muy bien, Trinkaus, pero ¡¿por qué al volante de furgonetas y no de Renault Clyos?!

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