La crisis también llega a los que menos se lo merecen. Cuando hace un par de años las autoridades del Audenshaw’s Shepley Wood Park, en Manchester, decidieron desmantelar el viejo y roñoso parque infantil que existía en la zona, prometieron que volvería a erigirse sobre los escombros en forma de chirristras de roble americano y suelo mullido de neumáticos reciclados.
Pero cuando se cortó el grifo de la financiación municipal el año pasado, el consejo del distrito se vio obligado a pensar en una nueva solución, más económica para estos tiempos tormentosos.
Ahora se acaban de terminar las obras de renovación y los vecinos no dan crédito a lo que les han colocado en medio del parque: un muro de ladrillo pensado para que los infantes pateen contra él sus balones de reglamento.
El muro, con bonito acabado en dos tipos de ladrillo visto, se encuentra justamente en medio del parque de juegos original y es el único elemento de divertimento que preside las instalaciones.
Ahora los padres claman que, en vez de usarlo para jugar al balón, lo que todos los infantes van a hacer es dejarlo lleno de graffitis, además de escalarlo frenéticamente para acabar dando con sus huesos en el suelo.
Según Eileen Pritchard, una madre cuya casa tiene vistas al parque, desde que levantaron la pared todo el mundo comenzó a preguntarse qué diantres era. “Finalmente preguntamos en el ayuntamiento y nos dijeron que era una pared para patear pelotas contra ella”.
Desde luego ahora los padres lo tienen claro: “Hubiéramos preferido que dejaran el parque igual antes que ponernos semejante cosa. O que hubieran puesto una portería hueca, más barata...”. Los padres se quejan que todas sus objeciones han chocado contra el grueso muro de la burocracia municipal y que no hay nada que hacer.
Viendo cosas como esta, uno no puede por más que pensar en el gran éxito de Pink Floyd “The Wall”. En la película de 1982, cerca del final, hay una escena con el niño Pink cerca de un parque infantil británico muy similar al que existía en Manchester, lleno de columpios y de otros niños que gritan y se divierten al fondo.
Pink se siente solo y no participa de la algarabía, al recordar triste como su padre, la persona que miraba por sus intereses, le había abandonado. La música de fondo es el principio de "Another brick in the wall”.
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