OPINION

Despedida por tener el pelo canoso

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Sandra Rawline, a la derecha, y su abogado.

El pelo de Sandra Rawline se volvió cano a los veintitantos años. En lugar de teñírselo, esta texana que hoy tiene 52, decidió dejarlo tal cual, “porque así era yo”, explica. Pero su integridad no era compartida por la empresa donde trabajaba hacía años, Capital Title una agencia inmobiliaria de Austin.

En agosto de 2009 el jefe de Sandra la animó a cambiar su imagen para captar nuevos clientes. El director de la agencia le encomendó a que vistiera vestidos “juveniles a la moda” y que se pusiera piezas de joyería. Finalmente, el jefe le ordenó que se tiñera el pelo, e incluso se ofreció a sufragar el coste de la operación. Sandra se negó. Una semana después fue informada de que su trabajo ya no era necesario y su puesto fue ocupado por una mujer diez años más joven.

Rawline lucha en los tribunales por recuperar su empleo y, sobre todo, su honor, intentando que la empresa sea castigada por aquella discriminación. Por su parte, la parte contratante de la primera parte niega que presionara a la mujer para que se tiñera el pelo. En realidad, justifican, fue el cliente el que se negó a seguir trabajando con Rawline, de modo que se quedó sin trabajo. Además, apunta, el presidente de Capital Title, Bill Shaddock, “yo también tengo el pelo gris”.

Pero, como es bien sabido, el pelo cano en un hombre le convierte en un señor interesante y en una mujer, en una viejuna.

Artículo original en Chron, vía Guardian.

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