OPINION

Dos hospitalizados tras participar en la concurso de engullir “el curry más picante del mundo”

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Alguien debería tomar cartas en el asunto de los concursos de glotones. Apenas han pasado dos semanas desde que un anciano falleciera en Ucrania minutos después de ganar un concurso de ingesta de empanadillas (se comió 11), cuando nos llega la noticia de que las ambulancias tuvieron que hacer acto de presencia en un concurso similar en Edimburgo (Escocia), pero con una salvedad: aquí no servían empanadillas sino el curry “Kismot killer”, apodado “el más picante del mundo” por el restaurante indio que lo promovía.

Dos de los concursantes tuvieron que ser ingresados en urgencia tras una llamada del local que organizaba la justa, el restaurante Kismot. Los participantes sufrieron una “violenta reacción” tras probar el plato en cuestión. Mejor dejemos que uno de ellos explique con su boca ardiente la sensación tras la ingesta. Damos la palabra la estudiante norteamericana Curie Kim, de 21 años, segundo clasificado en el concurso:

“Fue muy doloroso. Sentí como si una sierra mecánica estuviera atravesando mi estómago con el filo impregnado de guindillas…Creo que he aprendido la lección y nunca lo volveré a hacer. De hecho, he decidido suprimir definitivamente el picante de mi dieta”.

La ganadora del concurso, por su parte, consiguió comerse un plato entero de curry en cuatro segundos, ración que procedió a vomitar inmediatamente después en la puerta del establecimiento. Las dos ganadoras fueron trasladas en una ambulancia de la Cruz Roja camino a un hospital de Edimburgo, donde recibieron una fuerte dosis de medicina contra la indigestión.

El servicio médico local recriminó al restaurante la organización del concurso. Los indios, por su parte, se acogen al documento firmado por los participantes, en el que exoneran al restaurante de cualquier responsabilidad. Este es el aviso en cuestión:

“Somos totalmente conscientes de que servimos el curry más picante del mundo. Si mueres mientras lo estás comiendo, los comensales que estén en la mesa deberán compartir el precio de tu Kismot Killer”.

No digan que no avisaron.

Visto en BBC.

Un orgulloso cliente, que logró acabarse el plato, tal y como aparece en la web del restaurante. Queda claro cuál es la jaez de la clientela.

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