OPINION

Era cuestión de tiempo: llega la ‘peluquería emocional’

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La culpa de todo la tiene Daniel Goleman (y Yoko Ono). Desde que en 199 publicó ‘Inteligencia emocional’ la coletilla ‘emocional’ se ha convertido en una garantía de venta de libros en esa cada vez más frágil frontera entre la psicología y la autoayuda. En España se han publicado más de 700 libros que incluyen en su título la palabra ‘emocional’, incluyendo ‘La cocina emocional’, ‘Ingeniería emocional’ o ‘Dejar de fumar con inteligencia emocional’, según la base de datos del ISBN.

Para lo que no estábamos preparados era para el shock que nos produce descubrir la ‘peluquería emocional’. El hallazgo se produce en una de esas revistas que regalan en los herbolarios, concretamente ‘Espacio humano’ y nos llega merced a una de su articulistas, por definirla de alguna manera: Belén Aragón Pellicer, peluquería y estilismo emocional, que firma el artículo ‘Preparándonos para el otoño’.

En el  artículo de marras no hace mención alguna a la peluquería emocional, tan sólo da una serie de vagos consejos para afrontar la citada estación, del tipo de cambiar las cortinas y comer cereales, pero me dejó intrigado con su firma, así que decidí indagar por mi cuenta. Y esto es lo que averigüé:

La peluquería emocional, también llamada “visagismo”, la inventó un tal Claude Juillard y consiste en ajustar el corte de pelo a la personalidad del cliente y la forma de su cráneo: así, “si tenemos una cara larga, no vamos a acortarla si al cliente le agrada, lo que hacemos es dotar esa cara de carácter. Ahora bien, si a el o ella no le gusta, entonces buscamos el equilibrio entre las facciones”, según relata con prolijidad este artículo.

Esa sería la primera de las acepciones. Porque hay más: la peluquería emocional también puede denominarse ‘peluquería transpersonal’, como defiende en este escrito [.pdf], una anónima peluquera que se ve que ha leído a fondo a Ken Wilber. En este caso las aspiraciones no son estéticas sino de autorrealización y tienen que ver con la apertura ‘chakra corona’, que es el que tenemos en la coronilla y te estimulan en la peluquería cuando te hacen gustitos en el pelo.

He aquí un pequeño extracto de la ‘tesis’ de esta profesional del tinte:

“En la peluquería pasamos muchas horas. Hacer mini-templos donde el estar con uno mismo ese reencontrarse frente a un espejo, donde de golpe te tienes sólo a ti, cara a cara (…) No hace falta retirarse tres meses en un monasterio budista a los pies de Himalaya, tan sólo hace falta ser consciente poco a poco, dar pequeños pasos, siendo algo fácil y diferente, en un salón de peluquería donde empiezas por un no estar bien contigo mismo y necesitas acudir a un psicólogo de la imagen”.

Ya lo sabéis, amigas: mientras estás bajo el secador de la pelu es un buen momento para “lanzar una mirada interna consciente”. La peluquería emocional ha llegado para quedarse.

La portada que ilustra este artículo es de la revista New Style, pionera en esto de la peluquería emocional. Máxima atención al primer titular: 'Giro de 360 grados en mi vida laboral'. Eso es un cambio y lo demás tonterías.

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