OPINION

Las sirenas obligan a detener la construcción de dos embalses en Zimbabue

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Un grupo de feroces sirenas está poniendo en aprietos diversas obras de construcción de preas y embalses en Zimbabue, según confirmó el ministro de Recursos Hídricos de aquel país, Sipepa Nkomo, frente a un comité del senado. El político declaró que los trabajadores no quieren acudir a sus puestos de trabajo, después de que varios de ellos murieran ahogados “atraídos por las sirenas” que habitan en los ríos y lagos del país africano.

A pesar de las dificultades que están encontrando las cuadrillas de obreros, el ministro Nkomo prometió la inminente restauración de las obras: los jefes de las tribus  tradicionales de la zona preparan ceremonias para “aplacar a las sirenas descontentas”.

Las temidas sirenas son los mismos seres mitológicos -mitad mujer, mitad caballa- que intentaron atraer a Ulises con sus cantos. Aunque las sirenas se retiraron del Mediterráneo hace varios siglos, los avistamientos son habituales en Zimbabue, según sostiene un periódico local.

Los equipos de trabajadores estaban destinados a las represas de Gowke y Osborne, donde tenían que instalar tuberías subacuáticas. Tras una serie de accidentes y desapariciones, el grueso del personal decidió interrumpir los trabajos, asustados como estaban de las sirenas. Tras la retirada de los trabajadores locales, el gobierno intentó contratar a operarios blancos para tender las tuberías, pero éstos también se negaron, alegando su temor a las sirenas: “Existir no sabemos si existirán, pero haberlas, haylas”, sostienen.

En Zimbabue hay dos escuelas de pensamiento mayoritario en torno a la actuación de las sirenas. Hay quien cree que estos seres arrastran a las personas a las profundidades y si los familiares organizan un funeral nunca vuelven a verlos. La segunda posibilidad es aún menos tranquilizadora: si la ausencia del ahogado no es llorada por la familia, su espíritu puede retornar a través de un médium.

El ministro Nkomo, que se declara cristiano adventista del Séptimo Día, afirma no creer en sirenas, lo que no quita para que respete las creencias sobrenaturales de otros. La brujería sigue siendo ampliamente practicada en el país, con resultados desiguales: recientemente un zimbabués que había pedido a un brujo que le trajera unos duendes de la buena suerte denunció que cinco de ellos habían violado a su mujer y al resto de las hembras de la vecindad.

Visto en New Zimbabwe, gracias a las buenas artes de Nada que hacer con Arbroath.

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