OPINION

China combate la mendicidad encerrando vagabundos en jaulas

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Los ayuntamientos menos comprensivos llevan años luchando contra la presencia de vagabundos en sus atracciones turísticas y centros de ciudad. Aún recordamos aquellos “bancos anti-mendigos” que abundan en Madrid. Pero en China  han decidido tomarse la cosa mucho más en serio. Su medida: encerrar a los mendigos en jaulas.

Según las autoridades de Nanchang, en la provincia de Jiangxi, ir paseando por el festival celebrado en uno de sus templos, y que de repente te pidan para un bocadillo, es algo que arruina la experiencia. Pero tampoco es cuestión de negarles el pan y la sal a los pobres. Así que dispusieron una serie de celdas, a través de las cuales pueden pedir sin molestar.

Como podéis ver en las fotos, las jaulas son tan diminutas que los indigentes no pueden estar de pie, con el perjuicio. Organismos internacionales no han tardado en denunciar semejante atropello a la dignidad de estos vagabundos. Eso sí: pueden abandonar las celdas cuando quieran, aunque pueden ser detenidos si vuelven a mendigar fuera de una de ellas.

“Este año hemos decidido que no vamos a aceptar mendigos dando vueltas por ahí, molestando a nuestros invitados y arruinando la experiencia a los demás. Nadie les obliga a pedir, y además, han entrado voluntariamente en las jaulas”, explicaba uno de estos organizadores. ¡Que no se diga que aquí no somos generosos!

Por supuesto, estas celdas con “animales humanos” ya se han convertido en una atracción por si mismas, logrando el efecto contrario al deseado: ¡ahora todo el mundo habla de estos indigentes! Siendo una zona frecuentada por miles creyentes, que hacen peregrinación hasta sus templos, muchos de estos turistas han denunciado como se está tratando a estas personas.

“He quedado horrorizado al ver a esta pobre gente encerrada. Vinimos a pasar un bonito día en familia, pero es horroroso ver a otros seres humanos entre rejas, como animales. Esta gente merece ser tratada mejor, y deberían poder visitar el festival como cualquier persona. Y que cada uno decida si les da comida, dinero o agua”, declaró Lu Cheng, uno de estos visitantes.

La polémica ha teñido este año la celebración del festival, con las autoridades defendiendo sus medidas, y las organizaciones chinas pro-derechos humanos y los propios turistas más solidarios protestando por este trato, ciertamente inhumano. Los organizadores insisten en que sus prisiones son cómodas, y que no les falta comida ni bebida, cortesía de los visitantes, claro.

Esta región cuenta con un templo budista de especial belleza, y la tradición es visitarlos a finales de septiembre, rezar y ofrecer ofrendas, mientras se disfruta de las comidas locales y se curiosea en los tenderetes de los mercadillos. Parece que, este año, hay otra atracción: gente en jaulas, como si fuera el zoo. Algo que no suena muy budista, precisamente.

Visto en Daily Mail y Whatsonningbo

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