OPINION

¿Y tú de qué programa infantil eras: 'Barrio Sésamo', 'Dabadabadá', 'El Kiosco' o 'La bola de cristal'?

BARRIO SESAMO ESPINETE
BARRIO SESAMO ESPINETE

Espinete y Chema. Alaska y la Bruja Avería. Sonia Martínez y Torrebruno. Verónica Mengod y Pepe Soplillo. No sé con cuál de estas parejas quedarme. En los ochenta crecimos con programas infantiles creativos, inconformistas y atrevidos. Fue una década donde la televisión tomó conciencia de que los niños son niños pero no tontos. Recordamos los cuatro espacios más emblemáticos.

BARRIO SÉSAMO (1979-1986)

Los bocatas de Nocilla no hubieran sido lo mismo sin Barrio Sésamo. Quién nos iba a decir que un erizo gigante y, además, rosa iba a ser uno de los personajes más queridos y recordados por varias generaciones de españoles. TVE estrenó Barrio Sésamo el lunes 24 de diciembre de 1979 a las 17.45 horas por La 1. En un primer momento, sólo con los sketches originales de la televisión estadounidense; después, con una versión castiza de Caponata (interpretada por la actriz Emma Cohen) y ya, definitivamente, en 1983, con Espinete como protagonista absoluto. Esta etapa fue la de más éxito, la más recordada y, también, la más repetida. La gran Chelo Vivares dio vida a este entrañable puercoespín. Alfonso Vallejo se metió en el cuerpo de Don Pimpón. Ambos convivían en el barrio con el panadero Chema (Juán Sánchez), la horchatera Matilde (Mari Luiz Olier), el quiosquero Julián (José Riesgo), la amiga Ana (Isabel Castro) y varios niños entre los que destacó Ruth Gabriel, célebre años más tarde por despendolarse en la película Días contados.

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No fue por casualidad que Barrio Sésamo se convirtiera en el espacio infantil que mayor huella ha dejado en los chavales de la generación ochentera. El programa estaba construido magistralmente, sabiendo utilizar el lenguaje televisivo para hacer un producto entretenido sin olvidar su función educativa. Gracias a Barrio Sésamo, aprendimos conceptos espaciales, temporales (los míticos lejos y cerca de Epi y Blas), numéricos (con el Conde Draco que no paraba de contar), alfabéticos... y, además, en sus tramas se trataron todos aquellos temas que ahora denomina el Ministerio de Educación como transversales: ecología, medio ambiente, salud, respeto por las diferencias... Unos guiones que despertaron la curiosidad por saber y aprender a través de las historias representadas en la calle Sésamo, instalada en los Estudios de TVE, en Prado del Rey. Todo fluía a la perfección porque se tenían siempre en cuenta los ritmos catódicos y en apenas media hora se sucedían muchas aventuras que siempre acababan con el subidón final de una divertida canción. Televisión con mayúsculas.

DABADABADÁ (1982-1984)

Tigres, tigres, leones, leones, todos quieres ser los campeones!". Con este grito de guerra, a modo de estribillo, Torrebruno marcó a una generación en Dabadabadá, un programa infantil que nació presentado por Mayra Gómez Kemp y que, después, pasó a ser capitaneado por Sonia Martínez. Sus ingredientes: actuaciones musicales, magia, el mundo de los animales con la hija de Félix Rodríguez de la Fuente, la rapidez artística del dibujante José Ramón Sánchez o el muñeco Horacio Pinchadiscos, que daba paso a los éxitos musicales del momento interpretados por marionetas clónicas de famosos cantantes. Toda una discoteca en plató.

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Dabadabadá dio la primera oportunidad televisiva al arte de un joven Joaquín Cortés y, también, a la voz de Marta Sánchez, que cantó, muy recatada ella, una canción que podía ser de la mismísima María Ostiz. ¡Quién te ha visto, nena, y quién te ve! Aunque lo más recordado del programa fue su última presentadora, Sonia Martínez, que alcanzó, aquí, una brutal popularidad. Tanto fue el éxito que empezó a ser presa de las revistas del corazón hasta que decidió irse a Estados Unidos a formarse y, de paso, desconectar de la marabunta mediática española. Al regreso, aparecieron unas comprometidas fotos suyas, robadas, en la portada de Interviú. Algo que levantó bastante polémica en nuestra televisión hasta ser apartada directamente de TVE porque no se entendía que una presentadora de espacios infantiles pudiera estar semidesnuda en una playa. Éste sería el principio de una triste decadencia, que terminaría con graves problemas de adicción a la heroína. Un terrible deterioro físico que fue morboso filón para la prensa rosa. Sonia falleció víctima del SIDA el 4 de septiembre de 1994. Pero siempre recordaremos su edad de oro junto al muñeco Paco Micro en Dabadabadá.

EL KIOSCO (1984- 1987)

Siguiendo la estela de Dabadabadá, llegó El Kiosco, conducido por una avispada Verónica Mengod y la inolvidable marioneta Pepe Soplillo (con voz del gran José Carabias). El dibujante José Ramón Sánchez también colaboró en este show, que además incorporó al actor Alberto Closas Jr., al humorista Joe Rígoli y la música de Julio Mengod, veterano compositor y, por cierto, padre de la presentadora.

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Aunque, sin duda,  lo mejor del espacio era la sección Baby Disco, donde los propios niños interpretaban las canciones más famosas del momento. Lo hacían con puestas en escena muy divertidas que no escatimaban en atrezo. Todo un acierto cargado de chispeante creatividad televisiva. Algo empezaba a cambiar en los programas infantiles…

LA BOLA DE CRISTAL (1984-1988)

¡Viva el mal, viva el capital!”, decía la Bruja Avería en La bola de cristal.  Parece imposible este lema en la tele de hoy, ¿verdad? Y es que La bola de cristal, llegó para transgredir y romper esquemas. El 6 de octubre de 1984, sábado, por la mañana, TVE hacía hueco a un programa infantil que, a veces, parecía de todo menos infantil. Personalmente, lo recuerdo como un programa oscuro que me daba miedo. A mis cuatros años, debía tener la sensación de que aquello era una especie de pesadilla delirante. No me equivocaba demasiado.

Olvido Gara, Alaska, había sido la elegida para comandar este formato que daba cabida a personalidades del campo de la cultura, actuaciones musicales en “riguroso playback”, situaciones teatrales protagonizadas por actores sin complejos, ráfagas ilustradas con prácticos consejos, episodios de series míticas como La familia Monster o Embrujada y, por supuesto, la mirada contestataria de los electroduendes. Porque La bola de cristal iba más allá del entretenimiento típico para intentar despertar inquietudes en las futuras generaciones. Lo conseguía sin miedo a lo políticamente incorrecto, fomentando importantes valores sociales sobre cuestiones cívicas, ecológicas e incluso sobre la propia televisión. “Tienes quince segundos para imaginar, si no se te ha ocurrido nada, a lo mejor deberías ver menos la tele”, proclamaban. ¡Qué revolucionario!

La bola de cristal fue resultado de un exhaustivo trabajo semanal que dista mucho de las maneras de la televisión actual. Sin grandes presupuestos, los decorados se transformaban a diario, se experimentaba con la tecnología de la época , se jugaba con las ideas… Y los realizadores del programa, Matilde Fernández y Rafael Galán, cuidaban al milímetro la realización visual, que estaba calculada al frame: cada segundo de cada plano estaba pensado a conciencia con el mayor de los espíritus televisivos. Mucho trabajo previo, mucho ensayo, muchas horas de plató dirigidas por la pasión de Lolo Rico, que impregnó de talento comprometido esta plataforma televisiva que lanzó a Pablo Carbonell, Javier Gurruchaga, Pedro Reyes o la gran Anabel Alonso.

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Es importante que conozcamos y valoremos el buen trabajo de los equipos de aquella TVE y agradezcamos a estos profesionales el camino trazado en busca de la dimensión más carismática de la tele. No hablo desde la nostalgia. Ahora, los currantes que creemos en la televisión del futuro debemos aprender más que nunca de nuestro apasionante y rico pasado.

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