OPINION

Así se estrenó 'Supervivientes', digo, 'Acorralados'

ACORRALADOS TELECINCO
ACORRALADOS TELECINCO

Esta temporada, Telecinco ha dado reposo a Gran Hermano para no desgastar más el estudio sociológico de Mercedes Milá. Pero, para revitalizar su reality estrella, la cadena madre de Mediaset ha estirado la exitosa fórmula televisiva de Supervivientes.

Así ha nacido Acorralados, versión granjera de la isla, que llegó anoche liderando en share (consiguió un buen dato por la larga duración del programa hasta las dos de la mañana, donde hay menos competencia) pero, que a nadie le engañen, el espacio fue tercera opción en espectadores con 2.391.000 fieles. Mientras, el refrito de Cuéntame lideró con 3.358.000 y El Barco, en caída libre, se quedó con 2.707.000 seguidores.

Acorralados en su estreno no ha alcanzado el estado de gracia que tuvo Supervivientes en su última temporada. Y es que, para empezar, el programa tiene un casting de famosos en donde casi no hay famosos. Ladrones de furgones bizcos, ex maridos de hijas de folclórica, acróbatas vaginales, presentadores de call tv, víctimas de Mujeres, hombres y viceversa… Del elenco de concursantes sólo se salvan Leticia Sabater y Barbara Rey. Con el resto, es muy difícil despertar un ápice de empatía. Todos juntos parecen un remake de La parada de los monstruos.

Además,  el primer programa ha sido poco lucido visualmente: la granja estaba demasiado oscura, la finca no daba tanto “miedo” como se especulaba y la prueba que tenían que pasar los concursantes era el anti-ritmo. La gracia de este juego era ver a los acorralados embadurnados en barro y plumas. Perfecto para tres minutos, pero la prueba fue repetida hasta el empacho ya que era superada en grupos de tres. ¿No hubiera sido mejor hacer un juego diferente para cada trío? Eso ya se iría de presupuesto, claro…

Lo mejor del espacio volvió a ser Jorge Javier Vázquez que, de nuevo, sacó su juguetona rapidez de reflejos y ácida ironía para hacer más entretenido el show. El presentador demuestra tener mucho ojo para perpetrar con salero el comentario adecuado en el momento idóneo, un maestro en lograr que el espectador no tenga la tentación de cambiar de canal cuando la "fiesta" decae. Y parece que con una buena parte de la audiencia lo consiguió ayer. Aunque, eso sí, con el encanto de la familia Alcántara no pudo.

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