OPINION

'Ahora caigo' y 'Atrapa un millón': seis claves infalibles para triunfar con un concurso de televisión

AHORA CAIGO ATRAPA UN MILLON
AHORA CAIGO ATRAPA UN MILLON

Ahora caigo y Atrapa un millón. Atrapa un millón y Ahora caigo. Son los dos concursos que están impulsando la audiencia de Antena 3. Son diferentes pero comparten muchos nexos de unión: pertenecen a la misma productora, Gestmusic, se hacen en el mismo plató y los dos lanzan, desde trampillas, sus “desechos” al vacío. En Atrapa un millón tiran el dinero perdido. Y en Ahora caigo arrojan al concursante perdedor. Un éxito que no está siendo fruto de la casualidad. Revelamos seis claves infalibles para enganchar a la audiencia en los concursos televisivos:

UNO. Concursantes que son como de la familia.

Los participantes no son eruditos resabiados: son gente de la calle, personas espontáneas que comparten sus vivencias, sus filias, sus fobias, sus manías… En definitiva, son concursantes que empatizan con el público, pueden caer bien o mal, pero siempre dan juego televisivo. El programa prima la comunicación antes que el conocimiento.

DOS. Preguntas aptas para (casi) todos los públicos.

Las preguntas que se realizan no son demasiado difíciles. Al contrario, son accesibles: así fomentan que la gente conteste desde sus casas, el espectador se siente partícipe y no excluido. Desde el sofá, se puede jugar, debatir en familia e, incluso, estar orgulloso de uno mismo porque, sin los nervios del “directo”, es fácil responder más rápido que el propio concursante en plató.

TRES. Realización visual y viva.

No es estática, no es siempre predecible. La realización de Ahora Caigo y Atrapa un millón está lógicamente organizada, planificada y muy medida pero no olvida que hay que "dejarse llevar" por lo fortuito del show. Algo que parece de perogrullo y, sin embargo, se echa mucho de menos en demasiados programas actuales. Aquí cobran importancia los fundamentales planos de reacciones de concursantes, familiares, presentadores y, también, del mismísimo público sentado en la grada. Su expresividad impulsa el espacio. ¿Quién no se ha reído alguna vez de una caída? La importancia del “contraplano” de reacción es un plus para cualquier tipo de espacio televisivo.

CUATRO. Presentadores y yernos ideales.

Carlos Sobera y Arturo Valls desprenden naturalidad, llevan el ritmo del espectáculo sin que se note y, además, ambos, utilizan una rápida ironía que se ríe con el concursante y no del concursante. El espectador se siente cómplice del maestro de ceremonias.

CINCO. Al grano.

Los concursos de Gestmusic no se pierden ni en explicaciones barrocas, ni en lucimientos egocéntricos del formato que sólo interesan a los trabajadores del programa. Todo está atado, desde la presentación del concursante hasta las pausas entre preguntas. Tiempos muy calculados para que el espectador no caiga en la terrible tentación del zapping. Lo malo: los cortes de publicidad a “capón” que promueve Antena 3 rompen el clímax y desvelan constantemente que el programa está requetegrabado… ¡con lo poderosa que es la sensación de creer estar viendo un acontecimiento en directo!

SEIS. Tensión tragicómica.

En televisión nos gusta el drama. Todo programa, magazín o concurso debe tener su pequeña trama como si de la mejor ficción se tratara. Incluso si hay una broma recurrente mejor. Así es más fácil que se mantenga la atención en alto para que el espectador se quede pegado a la pantalla hasta el final. O, de lo contrario, se perderá si el concursante, que ya nos cae bien o mal, gana el premio o pierde absolutamente todo. Porque un concurso es bueno cuando transmite emoción real, emoción de la imprevisiblemente mágica.

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