OPINION

El verdadero final del 'Un, dos, tres'

LUIS-LARRODERA-UN-DOS-TRES
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Hablar de televisión en España es hablar de Un, dos, tres... Mucho se recuerda el mítico programa de Chicho Ibáñez Serrador que reinventó los formatos de entretenimiento. Pero pocas veces se menciona cómo fue el adiós definitivo del concurso. Sucedió el 11 de junio de 2004.

Y es que la última etapa de Un, dos, tres... (a leer esta vez) se despidió de forma atropellada. Durante la grabación del programa, los recién nombrados directivos de la cadena pública (Carmen Caffarel al frente) decidieron suspender el espacio, parando la grabación bruscamente. El elevado coste del concurso y el desplome de los índices de audiencia fueron los culpables del fin.

Así que se improvisó un adiós sin pomposidades. Tan precipitado fue todo que Chicho no tuvo tiempo de preparar uno de sus recordados epílogos, que siempre acostumbraba a hacer al finiquitar cada temporada.

Simplemente, al concluir la subasta, Luis Larrodera (Luis Roderas en aquel momento) dijo “hasta siempre” aunque, eso sí, antes añadió: “Señoras y señores, esta es la magia del Un, dos, tres, créanme que si cada viernes yo desde aquí hablo con ustedes es porque, a veces, los sueños se cumplen”.

Veamos la despedida completa y definitiva de esta última etapa del gran programa espectáculo de nuestra televisión, temporada que, junto a Chicho Ibáñez Serrador, pilotó de forma magistral la realizadora de TVE (y maestra del que escribe) Marisa Paniagua.

Un sobrio colofón en el que no pudo faltar el característico plano alejándose del decorado (sello inconfundible e imprescindible de los finales de Un, dos, tres...) con las azafatas primero aplaudiendo y luego diciendo "adiós" con la manita o, como en este caso, con el pañuelo. Momento catódico para la historia:

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