OPINION

Tácticas para disfrazar la publicidad en la programación

PUBLICIDAD EN MENTES CRIMINALES
PUBLICIDAD EN MENTES CRIMINALES

Los desayunos de Médico de familia, las eliminatorias del Un, dos tres, los aparatos saludables de Manuel Torreiglesias en Saber vivir, las listas de ventas de Música Sí… desde que existe la televisión, la publicidad no ha querido quedarse relegada sólo a sus pausas y ha decidido colarse, sutilmente, en programas o series para llegar al espectador de forma más eficaz y natural.

Lo último de lo último lo vimos en un capítulo de Mentes Criminales, emitido por Cuatro. En este episodio, Mediaset España nos ha enseñado una novedosa forma de implantar la publicidad: en un plano secuencia de la ficción de CBS, la cadena insertó un MUPI (poste publicitario, ver en imagen de arriba) en el que se observaba claramente un anuncio español de una conocida marca de ópticos. De inmediato, las redes sociales levantaron el hacha de guerra contra esta publicidad subliminal que los responsables de Cuatro habían añadido al plano original,  alterando la puesta en escena de la producción norteamericana.

Si el grupo pilotado por Paolo Vasile ha hecho esta práctica es porque en los derechos de emisión de Mentes criminales está permitido como un placement publicitario más. Además, al estar rotulado el programa (al principio, al final y en los regresos de publicidad) con “EP: Emplazamiento Publicitario” esta medida es legal según la Ley Audiovisual.

Pero la decisión de insertar digitalmente el "cartel", como si de una marquesina de autobuses madrileña se tratara, es otro choque más contra la imagen de Cuatro, cadena que intentó ser un referente de series americanas. Sin embargo, semejantes prácticas pueden comprometer las fortalezas de la identidad social de un canal que, ahora, se anuncia con el eslogan “más vivos que nunca”. O lo que es lo mismo: Excusatio non petita, accusatio manifesta.

EL CASO DE TVE

Donde no hay emplazamientos publicitarios que valgan es en Televisión Española. En estos días, se está debatiendo sobre el regreso de los anuncios a la televisión pública en forma de patrocinios. Aunque, en realidad, siempre ha quedado un resquicio de publicidad en TVE.

En las últimas navidades, como todos los años, Televisión Española se ha llenado de galas musicales. Estos contenedores desde el nacimiento de TVE han sido un espacio de promoción fundamental para artistas y, más ahora, que no existen programas musicales en nuestras cadenas. Además, la piratería fomenta que se aproveche el valioso archivo de TVE para realizar ediciones de coleccionista en DVD que añaden ese plus de actuaciones míticas de la tele pública, que no se pueden descargar en la red. Hasta aquí todo correcto. Pero, ¿por qué en la gala de El disco del año Anne Igartiburu repitió en varias ocasiones que existía el recopilatorio "Ñ"? ¿Publicidad encubierta o recomendación personal?

La pasada Noche de Reyes, se destapó la polémica cuando Dani Diges presentaba un interesante especial con canciones setenteras. Lo hizo en un programa con el mismo nombre de su último álbum Dónde estabas en los 70 (por cierto, muy recomendable). La cantante Vega, indignada en el sofá de su casa, no pudo evitar sublevarse en su twitter gritando "Hacer una telepromoción de una hora en una TV pública pagada con el dinero de todos es un poco fuerte" (este tuit es el más elegante de todos).

No obstante, aunque a Vega no le guste, esta práctica es muy habitual en la historia de nuestra televisión pública. Más que publicidad, podríamos decir que es un intercambio entre la discográfica de turno y el canal. De hecho, estas producciones suelen estar también firmadas por el sello de RTVE.

Y estas Navidades han sido muchos los programas especiales, de una calidad sobresaliente, que han inundado la cadena. En la mayoría de ellos, el nombre del programa coincidía con el título del álbum: Ana Belén (A los hombres que amé), Sergio Dalma (Vía Dalma), David Bisbal (Diez años en TVE/Una noche en el Teatro Real), El Dúo Dinámico (50 años del Dúo Dinámico), Julio Iglesias (One)...

Sin estos acuerdos entre sellos discográficos y televisión pública sería más complicado realizar programas musicales de calidad, con los que, al final, no sólo sale beneficiada la casa discográfica, también la televisión de todos y, por ende, el rico archivo audiovisual de nuestro país. Que no pare de crecer nunca esta videoteca catódica. Es parte fundamental de nuestra historia. Ahora, el reto es que TVE apoye, más allá de Los conciertos de radio 3, a nuevos grupos que no estén aún al cobijo de grandes discográficas.

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