OPINION

20 años de '¡Hola Raffaella!'

HOLA RAFFAELLA TVE
HOLA RAFFAELLA TVE

En una primavera como ésta, pero de hace veinte años, Raffaella Carrá se instalaba en Madrid para realizar sólo diez programas. Aunque tanto fue el éxito de su show que se quedaría atada a TVE durante un largo periodo de tiempo. Había arrancado la era ¡Hola Raffaella!.

Fue el 8 de mayo de 1992 cuando todo estaba listo en los Estudios Buñuel para el estreno de un espectáculo importado desde Italia por Sergio Japino (pareja, ex bailarín y mano derecha de la italiana). Por aquel entonces, no debía existir mucho presupuesto ni para decorado, así que se reutilizaron los restos de la grada de la recién finiquitada etapa de Un, dos, tres...

Julia Otero, Martes y Trece, Martirio, Mónica Randall y Raphael fueron los primeros invitados que jugaron al recordado Si fuera..., que vertebraba el programa.  Las Virtudes, Cruz y Raya o Tony Kamo eran algunos de los colaboradores del espacio. Al día siguiente: nadie hablaba de otra cosa.

La showoman fue logrando límites de popularidad incontrolables. Pero el verano del ajetreado 1992 acabó y había que dejar libre ese plató. Eso sí, TVE no podía dejar escapar la millonaria audiencia de Hola Raffaella. Así que La 1 tiró la casa por la ventana, renovó contrato con la diva y trasladó el show a las instalaciones de Prado del Rey. En los 1.200 metros del mítico Estudio 1 construyeron un decorado que reproducía una azotea madrileña presidida por un glamouroso ascensor de cartón-piedra desde donde aparecía La Carrá cada noche (en la imagen).

Raffaella se ganó al público. Además de llenar el escenario con sus interminables coreografías, demostró ser una extraordinaria comunicadora, con una carismática dosis de humor negro y una espontaneidad abrumadora que siempre sabía jugarse las cartas, en directo, para alcanzar el momentazo televisivo.

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Y, claro, TVE no se conformó con la noche de los jueves y convenció a Carrá para intentar reflotar la tarde de la cadena con un magazín diario: A las ocho con Raffaella. Por cierto, los jueves ese espacio se convertía en un ensayo general televisado de ¡Hola Raffaella!. No tenía desperdicio.

La potencia ante las cámaras de Carrá y la imprevisibilidad del programa, que capitaneó hasta 1994, marcó a varias generaciones de españoles que siempre soñaron con gritar alguna vez ¡Holla Raffaella!. Esa fue la magia pluscuamperfecta de la televisión que alcanzó la estrella italiana al dejar de ser sólo una cantante de coreografías imposibles para transformarse, por méritos propios, en la gran dama de la televisión. 

Como ella misma dijo, al despedirse de su primera etapa de Hola Raffaella, “Quiero decirles que durante estos programas he tenido tiempo de conocerles, pero ahora tengo muchas más razones para no olvidarles. En cuanto a mi español, he mejorado lo suficiente para aprender la palabra 'enriquecedor', que es la mejor para definir mi estancia en España. Estoy muy emocionada” a lo que añadió como colofón final: “Muchas gracias por recibirme de esta forma, ahora me llaman sólo Raffaella. Carrá se ha olvidado. Y esto es lo máximo que me podía pasar".

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