OPINION

La Terremoto de Alcorcón: reinventando la vedette de varietés

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No le gusta el queso, no le gustan las maquinitas de “su turno”, prefiere pedir “la vez”, le gusta Alcorcón y sus grandes superficies comerciales, no le gusta la talla 36, ni las autopistas, ni el retrete de agujero, le gusta Doña Concha Piquer, adora el parque de atracciones con sus conciertos de verano, admira a la inmensa Lola Flores… Es La Terremoto de Alcorcón, la última incorporación a la infinita lista de actores de la nueva película de Pedro Almodóvar, Los amantes pasajeros. Aunque ella ya era chica Almodóvar mucho antes de conocer a Almodóvar.

Ex diabética acelerada, cabaretera pluscuamperfecta, vedette de varietés, artista de la pista, maestra de ceremonias, funambulista del show, comediante, titiritera y cantante en riguroso playback, la descubrimos gracias al arte de la viralidad de internet con su versión libre de Hung Up de Madonna. También ha perpetrado a Beyoncé o Michael Jackson, entre otros. Pero así sólo la conocimos.

Y es que La Terremoto de Alcorcón tiene un sello inconfundible, tan adictivo como necesario en estos tiempos de sequía de instinto del espectáculo. Y ella de eso tiene mucho. Un instinto que alcanza gracias a un humor gamberramente cómplice, que está impregnado de una perspectiva histórica de avispados reflejos y finas bastas ironías.

En televisión, que es lo nuestro, La Terremoto consumó uno de los programas más creativos y atractivos de la videoteca catódica reciente. Hablamos de Carta Blanca (2006), aquel espacio de La 2 en el que se daba libertad a un autor de realizar un programa a su medida y gusto. De ahí el nombre. De ahí la Carta Blanca. Y la Terremoto hizo el último.

Pero el programa no lo quitaron por sus atrevimientos (se puede ver completo aquí, muy recomendable la despedida, donde da en el clavo de la memoria telecolectiva). No obstante, eso sí, fue un show temerario porque se atrevió a recuperar la esencia de aquella imprevisible, inconsciente e irreverente tele de los años ochenta en la que todo podía ocurrir. Había ideas. Había ilusión. Y aquella noche Pepa Charro, La Terremoto, logró un interesante esperpento televisivo. Presentó, moderó, cantó, bailó y, probablemente, hizo la mejor entrevista que nadie había hecho jamás a  Mayra Gómez Kemp. Aquí va, en tres partes:

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