Se llamaba José Luis Cantero, pero todo el mundo le conocía como El Fary. Hoy, 19 de junio de 2012, se cumplen cinco años de su fallecimiento. Aunque, El Fary es de ese tipo de artistas que sigue ahí, inmortal, presente en nuestra vida cotidiana como si tal cosa.
Cantante popular y populista, El Fary tardó en triunfar en la música. No fue hasta los ochenta cuando alcanzó el éxito por obra y gracia de su inolvidable Torito guapo. Su descubridor: Antonio Molina, quien le fichó y se lo llevó de gira. Su impulso: José María Íñigo, que le popularizó en el programa Fantástico.
Antes del "torito guapo que tiene botines y no va descalzo" o del "qué pelotazo, qué pelotazo, que me ha tocado el cuponazo", José Luis Cantero había trabajado repartiendo fruta a domicilio, regentando un mesón y conduciendo un taxi. Al volante estuvo siete años, en los que no enterró su sueño musical. Y es que, con el dinero que obtenía a golpe de taxímetro, se financió sus primeros discos, que vendía él mismo los domingos por la mañana en el Rastro de Madrid.
Pero el taxi no sólo le sirvió para lanzar su propia carrera musical, también su antigua profesión se convirtió en la premisa perfecta para que el cantante protagonizara la serie Menudo es mi padre (1996-1998), donde se metía en la piel de un taxista viudo.
Esta ficción, con un título que esconde un mensaje subliminal sobre la poca altura del artista, fue emitida por Antena 3 y producida por Globomedia, que intentaba reproducir la infalible fórmula de Médico de Familia. Y así fue. Menudo es mi padre logró grandes resultados de audiencia, unos excelentes datos que llevaron a El Fary a pedir una suculenta subida salarial a Antena 3.
La petición económica estuvo a punto de dejar a Menudo es mi padre sin su personaje protagonista. Incluso los guionistas inventaron una grave enfermedad para quitarse del medio al querido cantante si la cadena no lograba un acuerdo. Al final, José Luis Cantero continuó hasta el último capítulo de esta ficción que también contó con la aparición de unas jóvenes Paz Vega, Pilar López de Ayala, María Adánez o Eva Santolaria. Eso sí, la gran coprotagonista, Kity Mánver, abandonó la serie porque no aguantaba el temperamento del intérprete.
En televisión y en la música, El Fary demostró que era miembro de esa estirpe de artistas que saltaban al ruedo sin conocer la palabra vergüenza y, aunque no fueran ni actores, ni cómicos, ni equilibristas, sabían echarle morro y conectar a la perfección con el corazón de la gente. Eran unos apasionados de su forma de ver y entender el arte. Un arte, sin complejos, que se ha quedado con nosotros para siempre.
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