OPINION

8 secretos que convierten 'Tu cara me suena' en el programa redondo

MARIA DEL MONTE GEORGIE DANN TU CARA ME SUENA
MARIA DEL MONTE GEORGIE DANN TU CARA ME SUENA

“Yo no entiendo nada de la TV, pero me parece que la gente que está saliendo ahora por A3 se lo está pasando genial”, rezaba anoche un tuit que cacé al vuelo en la red social. Este estado de Twitter resumía la noche del regreso de Tu cara me suena a la perfección. El programa de Gestmusic volvió en un prime time muy competitivo, aunque a Antena 3 parecía darle igual (fue segunda opción tras La que se avecina con un buen 20.3 por ciento de share y 3.119.000 fieles). Y ahora entiendo el motivo: el formato continúa siendo redondo, digno de estudio en Facultades de Comunicación, y no depende de un primer día de estreno, ya que irá ganándose el favor del público con su rodaje durante las próximas semanas.

Quitémonos los prejuicios de guerras de cadenas, de productoras, de gustos subjetivos… Tenemos que estar orgullosos, todos, de que un formato así haya nacido en nuestro país. En tiempos de recesión, crisis económicas y rescates a la vuelta de la esquina, Tu cara me suena consigue una de las máximas de la televisión: entretener con talento, complicidad y sin caer en trampas sin escrúpulos. Una meta que logra enganchar al público gracias a varios aciertos televisivos. Destacamos ocho fundamentales:

Uno. El derroche escénico.

El decorado de Tu cara me suena no se queda en los facilones fondos oscuros, apuesta por la luminosidad, por el chispeante suelo blanco y por unos juegos de luces y pantallas, cargados de posibilidades, que no tienen nada que envidiar a los grandes formatos de televisión internacional, como X Factor. La escenografía está al servicio del espectáculo y es protagonista traviesa a la hora de transmitir emociones al espectador.

Dos. La realización con reflejos.

Lo enseña (casi) todo. Con un montaje rápido, bien hilado (con vídeos de presentación originales) y que va al grano. El show se pasa rápido. Y da igual que existan algunos fallos. Al contrario, una pequeña errata en un frame puede ser hasta una buena aliada para aupar aún más la imprevisibilidad del formato. Si bien esa imprevisibilidad será mucho más potente cuando las galas sean en directo, Tu cara me suena no se queda en una realización visual típica y sabe 'dejarse llevar' a través de una coreografía de imágenes mimadas, que no se olvidan de transmitir el furor que existe en el plató: mostrándonos los habituales caretos del jurado, aunque, también, enseñándonos las reacciones del público anónimo sentado en la grada. En la actualidad, otros talents se olvidan de la gente que asiste a plató. Tu cara me suena, no. Porque aquí la gente está disfrutándolo y, con su presencia activa, el realizador enriquece el resultado final del programa.

Tres. Los concursantes entregados.

En mayor o menor medida todos los concursantes cantan. Porque este tipo de formatos no se pueden hacer sin un poquito de chorro de voz o, entonces, dolerían los oídos y la audiencia saldría escopetada... Además, los participantes están entregados al show, se dejan las corazas en casa y se prestan, con sentido del humor, a ser la comidilla de la audiencia. Famosos que tienen diferentes perfiles, para dirigirse a diferentes tipos de audiencias, con el fin de intentar enganchar a un volumen de público más amplio.

Otro acierto de Tu cara me suena es que a medida que van actuando todos los concursantes, en vez de irse cada uno de ellos a un camerino, se quedan en plató. Así podemos ver sus reacciones mientras actúan el resto de los compañeros. Así participan activamente durante toda la emisión. De esta forma, surgen los conflictos y piques. Porque un buen programa no es bueno sin un conflicto transversal recurrente.

Cuatro. La mordacidad de Santiago Segura.

Todas las clases tienen un repetidor. Y aquí le ha tocado a Santiago Segura, que quedó segundo el año pasado. Su rapidez de reflejos y su eficaz instinto del espectáculo hacen que sus fulgurantes salidas de tono sean un plus del formato. De hecho, no es casual que  Santiago sea uno de los primeros en salir al escenario para quedarse de cuerpo presente sentado, la mayor parte del tiempo del programa, en los sofás del decorado.  De esta manera, puede interactuar en la grabación y hacer de las suyas durante todo el show.

Cinco. El cuerpo, de baile.

En tiempos de recortes presupuestarios, la presencia de ballets para animar el fondo del escenario también es un acierto. Aunque a los directivos de las cadenas les gustaría quitárselos del medio por aquello de ahorrar. Tu cara me suena cuenta con unos excelentes bailarines, a las órdenes de la coreógrafa Miryam Benedited. Eli, Carol, Vicky, Lourdes, Arneys, Giuseppe, Mel y Raúl hacen un arduo trabajo, con mucho entrenamiento, pero fundamental para arropar a los artistas, envolver las actuaciones, inventar puestas en escena que impresionen a la audiencia y crear un espectáculo armónicamente vivo. Además de alegrar la vista a más de una y uno, claro…

Seis. Imitaciones (muy) reconocibles.

Si en Mira quién baila disfrutábamos con ver al famoso de turno bailar o en Lluvia de estrellas con las caracterizaciones de anónimos, aquí el disfrute se multiplica por doscientos porque vemos a un artista imitar a otro artista. Y siempre son artistas de lo más icónicos que, encima, cantan canciones requetereconocibles, ideales para ser disfrutadas desde casa o desde el propio plató. Ese es otro secreto del formato: la música que va directamente al corazón de nuestra nostalgia más querible. Infalible.

Siete. El jurado efervescente.

Mónica Naranjo, Carolina Cerezuela, Carlos Latre y Angel Llacer no parecen un jurado. Porque ya estamos hartos de los jurados que parecen jurados y siempre repiten lo mismo. Este cuarteto son más que eso, disfrutan con los concursantes con una espontaneidad capital a la hora de llegar al espectador en televisión. Parecen ejecutar un guion perfecto sin que se note. Y tienen salidas de tono sin miedo al qué dirán. Da igual. Estamos en una reunión desenfadada entre amigos y el espectador siente que se está colando, como si fuera un polizón cómplice. Y eso hace tiempo que no pasaba con esta inocencia en nuestra tele. Lo peor: las votaciones finales, que se pueden sufrir largas.

Ocho. La Ilusión.

Los que hemos trabajado en televisión y escribimos sobre televisión, solemos ver los resortes a los programas: aquí se mete este plano para dar emoción, aquí esta otra imagen para crear el llanto, aquí viene este concursante para que la gente se ría de él y potenciar un repunte de  audiencia… pero en Tu cara me suena el gran resorte latente es que el equipo disfruta haciendo el programa. Y que el director lo vive con una pasión que lo impregna todo. Casi todo está medido, sí, pero ello no impide que esa ilusión traspase la pantalla para ilusionarnos a nosotros también y hacernos sentir que es posible soñar con una televisión creativa, inteligente, juguetona y fascinante.

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