OPINION

Cuatro cosas buenas y una mala del estreno de Ana Pastor en CNN

ANA PASTOR FRENTE A FRENTE CNN
ANA PASTOR FRENTE A FRENTE CNN

Ana Pastor, Rafa Nadal y la CNN. No hizo falta nada más para el estreno de Frente a Frente, el espacio de entrevistas que supone el regreso de Ana Pastor. Dos meses después de su cese como editora de Los desayunos de TVE, la periodista ha vuelto con un programa en la primera línea de la actualidad internacional. Una reaparición sin necesidad de presentaciones, sin necesidad de discursos de bienvenida: sólo con el poder de la conversación. Así fue el primer día de Frente a Frente, a nivel televisivo:

BUENO. Al grano.

Frente a frente huye de los eternos saludos iniciales. De hecho, dan igual. La conversación fluye porque no ejecuta rodeos a rotondas, se deja llevar, se moja y, sobre todo, pone en el tapete los temas que el espectador espera. Aunque, también, otros que pillan por sorpresa. Es el más difícil todavía: aquí el público comparte idioma, pero no fronteras. Y el programa parece esquivar las trincheras con pericia.

BUENO. El primer plano.

La realización olvida los alardes de encuadres aparatosos, para dejar literalmente los fondos de las imágenes borrosos y regalar todo el protagonismo a los conversadores. Los primeros planos son capitales: las miradas transmiten, los silencios aportan. El lenguaje corporal toma la palabra.

BUENO. Periodista versus protagonista.

La CNN ha fichado a una periodista, Ana Pastor, que como tantos otros periodistas de tantos medios, logra que la pregunta incisiva termine acariciando al entrevistado. Preguntas (y repreguntas) que logran el interés real por las declaraciones, lejos de esas previsibles entrevistas, convertidas en notas dialogadas de gabinete de prensa, que tanto gustaron a algunos y que la audiencia terminó dando la espalda. Y, en el programa de estreno, Rafa Nadal entró al trapo.

MALO. El falso directo.

Ser un programa transfronterizo y de un canal mastodónticamente internacional como la CNN, tiene una contraindicación: el espacio está grabado y, como consecuencia, montado. Se echa en falta el nervio del directo y el directo echa en falta la rapidez de reflejos de una periodista que ya ha demostrado ser un animal televisivo capaz de controlar al unísono tiempos, escaletas, conexiones, últimas horas e, incluso, seguir el trepidante comentario de la red social mientras está en emisión. Frente a frente no tiene esa imprevisibilidad del 'está pasando, lo estás viendo', aunque Pastor sí que hizo referencia a Twitter en el primer programa. La esencia sigue, pero enlatada.

BUENO. La televisión que pregunta, pero también escucha.

La televisión de hoy está llena de discursos, de conversaciones, de debates... No obstante, en la primera edición de este programa, ambos interlocutores se escuchaban con atención, respeto y curiosidad. Se escuchaban. Este detalle debería ser de perogrullo, aunque no es tan habitual en una televisión que le gusta mirarse el ombligo de la perfección solvente, cuando, al final, siempre nos quedará la profesionalidad comprometida.

> Lo que contó Rafa Nadal en esta entrevista

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