OPINION

¿Por qué España ya no tiene programas de 'late night'?

SARDA-CRONICAS-MARCIANAS
SARDA-CRONICAS-MARCIANAS

Eran el aliciente para terminar el día ante el televisor. Derrochaban creatividad, personalidad, desparpajo, comedia desatada y transgresión. La hora de emisión lo favorecía. Cada temporada, las cadenas cuidaban esta franja con fichajes estrella y luchaban por liderar las últimas horas de la jornada con programas que rompieran moldes. Pero desaparecieron. Nuestra televisión se quedó huérfana de late nights diarios.

Buenafuente fue el último en realizar un programa de estas características en La Sexta. Aunque no el que tuvo más éxito. Esta noche cruzamos el Mississippi y Crónicas Marcianas son los más recordados, los que crearon tendencia y trajeron a España la fórmula que tanto triunfaba en Estados Unidos pero con un toque muy made in Spain. Su éxito fue tan demoledor como polémico: lograban que la audiencia esperara hasta última hora de la noche para ver con qué nos sorprendían.

Las cadenas no sólo pagaban cantidades astronómicas a los presentadores, también a colaboradores e invitados, que pisaban aquellos platós y entraban al trapo de cautivar o dar grima. Todo en pos del espectáculo. Al día siguiente, eran protagonistas de los comentarios en oficinas, universidades y ascensores, y a la gente no le importaba lucir las ojeras propias de haberse quedado enganchados al show hasta muy tarde.

Francis Lorenzo, Máximo Pradera, Jesús Vázquez, Jordi Gonzalez, Carolina Ferre, Santi MillánBuenafuente... En los últimos años, muchos han peleado en late night por conseguir los mismos shares que El Mississippi o Crónicas Marcianas. Y las cadenas no han escatimado en platós espectaculares y escenografías efectistas. No obstante,  pocos han logrado dar con la clave del late night genuino. Quizá por ello se ha decidido tirar la toalla en esta franja, que ahora, mayormente, se ocupa con baratas y eficaces reposiciones de series, programas sueltos de relleno o, simplemente, alargando hasta las dos de la madrugada lo que se emite en prime time, para así, de paso, elevar el dato de audiencia a fuerza de estirar los formatos hasta un horario de menos competencia.

En cambio, en otros países como Estados Unidos, los late night siguen congregando a audiencias millonarias y constituyendo unos de los pilares estructurales clave de la programación de las cadenas. ¿No podría volver a ocurrir lo mismo en España si nuestras teles de verdad se esforzaran por encontrar programas chispeantes y adictivos que consigan de nuevo que a la audiencia le cueste irse a la cama?

Esta reflexión viene a cuento porque anoche Telecinco hizo un tímido intento en esta línea, aunque errando el tiro. Emma García recuperó Materia reservada, un late night que no tiene nada de late night, con el plató estándar de siempre (lo mismo sirve para el finiquitado Vuélveme loca, para un especial de La voz o para el esporádico Nada es igual), envoltorio de debate en la típica mesa y batiburrillo de temas de actualidad (del caso de Madrid Arena a la novela erótica Cincuenta sombras de Grey). ¿El resultado? Olvidable, sin asomo de personalidad y con Emma García en modo piloto automático. Otra vez será.

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