OPINION

'Increíbles' de Carlos Sobera arrebata el liderazgo a 'Sálvame'

INCREIBLES SOBERA ANTENA 3
INCREIBLES SOBERA ANTENA 3

Antena 3 sigue fortaleciendo su imagen de cadena familiar con el estreno de Increíbles. El programa de Carlos Sobera llegó anoche y arrebató el liderazgo a la polémica de Sálvame Deluxe.

2.899.000 espectadores en Antena 3 frente a 2.136.000 fieles en Telecinco. Fue un duelo muy ajustado, pero Increíbles ganó . Lo hizo recuperando un tipo de prime time que algunos creían muerto: la televisión que muestra a personas con talento especial sin necesidad de sacar trapos sucios para entretener.

Una niña de 7 años capaz de situar en un mapamundi mudo cualquier país del mundo; un fisioterapeuta reconociendo a dos personas entre cien tras haberlas tocado antes a ciegas; un ingeniero capaz de reconocer qué canción está tocando una violinista por los movimientos de su cuerpo sin escuchar ni una nota... Estos fueron algunos de los retos que mostró Increíbles, un espacio que recuerda a una versión remozada de ¿Qué apostamos?.

Eso sí, allí no estaba ni Ana Obregón, ni Ramón García, ni había ducha. Pero sí Santiago Segura, Chenoa y Mario Vaquerizo que, con sus rápidos, ingenuos y, a veces, ácidos comentarios, hacían más entretenido un programa que despegó con una estructura muy bien definida y planificada para el éxito.

De hecho, Sobera empezó a capón. No se perdió en largas explicaciones, tampoco en fanfarrias. El show comenzó en el minuto uno del programa a través de un ritmo vertiginoso que no daba pie al aburrimiento, ni al zapping.

Y es que el orden de las asombrosas pruebas no se dejó al azar y se utilizaron acertadas artimañas catódicas para enganchar al público. Por ejemplo, estrenar el formato con 50 chicas en bikini y 50 chicos en bañador (ajustado). El interés estaba asegurado por parte de la audiencia. Ejem.

No obstante, el gran pilar de Increíbles es la emoción. Emoción de observar si el concursante logra superar la prueba, participante que a veces cae bien y otras muchas no tan bien. El público empatiza desde casa e, incluso, se puede identificar con los familiares que están en plató sufriendo desde la grada. Para ello, el realizador sabe mostrarnos sus caras de pavor, felicidad o enternecimiento justo en el momento más adecuado.

Y luego dirán que el talento no tiene hueco en televisión. En la televisión cuando se hace bien, sí.

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