OPINION

Siete puntos fuertes de 'Splash!', la nueva gran apuesta de Antena 3

© Roberto Garver
© Roberto Garver

El Juego de la Oca, El Grand Prix del Verano, Juegos sin Fronteras, Uno para todas… Las piscinas han sido elemento clave de programas míticos. Aunque aún ninguna cadena española se había atrevido con los saltos acuáticos. Esta noche, Antena 3 prueba fuerte con la versión cañí de un formato testado con buenos resultados internacionalmente. Se llama Splash!, famosos al agua, cuenta con 50.000 euros de premio para el mejor y hace solo unas horas se ha rodado la primera gala, que se emitirá esta misma noche. Lainformacion.com se ha colado en las entrañas de la grabación y recopila seis claves televisivas por las que este nuevo programa puede convertirse en un éxito:

Uno. El arranque.

Splash! es un espectáculo de prime time. Y no deja ninguna duda de ello en el primer minuto del show. El formato arranca con un ‘subidón’ inicial que mezcla un rítmico y reconocible éxito musical con un impresionante derroche coreográfico de piruetas, luces, público desatado y deportistas increíbles en plena faena acrobática (en bañador, claro, que eso siempre es un plus para el ojo humano).

Dos. El Humor.

Arturo Valls, la gran revelación de Tu cara me suena, es una de las grandes ventajas de la versión española de Splash!. Su cercanía se mete al público en el bolsillo. Y su comicidad también es otro punto fuerte para un formato que sostiene el secreto de su éxito en el humor descaradamente cómplice, un humor que puede ir creciendo con el rodaje semanal del programa entre concursantes, jurado y equipo. Valls aquí no hará de Sabrina, pero sí consumará algún que otro gag de esos que despiertan la sana carcajada en el espectador (y en el share)…

Tres. Anna Tarrés.

¡Otro programa con jurado! Pero, esta vez, se incorpora un futbolista al que se le da demasiado bien parlotear en cámara, Guti. También está la voz profesional del entrenador que vive el día a día con los concursantes Emilio Ratia y, el ya fijo de Antena 3, Santiago Segura que con sus rápidas salidas de tono se convierte en un espectador sin pelos en la lengua al borde de la piscina. Aunque la que se perfila como gran revelación del show es Anna Tarrés. La dureza de la entrenadora de natación sincronizada funciona a nivel televisivo. No tiene miedo a la cámara, tampoco a la hora de juzgar, mejor o peor, a los famosos concursantes. Es insaciable. El espectador puede empatizar con ella… o no.

Cuatro. Los morbos.

No nos engañemos, un programa piscinero entra por la vista más morbosa del espectador. Y Splash lo logra de una forma elegante, pero que no descuida elementos (en bañador) para fidelizar la audiencia. Desde la azafata, el azafato, pasando por un ballet o un cámara sumergido y, por supuesto, los propios concursantes. Todos, desde el más famoso al más anónimo figurante fijo, son pilares para crear lazos con un público soñador que debe ser fiel.

Cinco. La evolución de los famosos.

En la variedad está el gusto, y los saltados de Splash! no se han querido cegar por lo obvio. Hay de todo para mostrar de todo. El programa no busca sólo la risa de la audiencia a través del concursante más surrealista o la caída más patética. De hecho, el pilar del formato es dejar boquiabierto al público con la superación de los participantes. La pirueta que impresiona es el plus del show. Y la evolución de estas osadas celebrities es vital para que el programa funcione cada semana y no se desgaste con el paso de las semanas si acusa la sensación de que ya se ha visto todo en un país en el que no hay mucha cultura de saltos.

Seis. La emoción.

Como cualquier talent show de éxito, Splash! está calculado para transmitir sensaciones de tensión y emoción. Así, el televidente verá como cada concursante 'decide' la altura del trampolín mientras sube por las escaleras. La iluminación y la música de fondo potencia el nerviosismo del momento. Y la realización del programa nos lo enseña todo: la preocupación de los familiares, el suspiro del público, las miradas del jurado y, sobre todo, la desoladora imagen de la angustia del famoso de turno que está subido en un vertiginosa lanzadera olímpica. Ahí el programa no tiene prisa, deja el tiempo suficiente para que nos sugestionemos con la preparación de cada víctima. El espectador se contagia de la tensión del momento que vive cada concursante. Y luego está Falete, claro.

Siete. El imprevisto.

Chicho Ibáñez Serrador no dejaba nada al azar en televisión. La casualidad es mala aliada en cualquier formato de prime time, porque entonces puede que no suceda nada de interés. En Splash!, como en Tu cara me suena o el Un, dos, tres..., el guion se intuye constantemente, aunque el espectador no lo notará y, en cambio, esta calculada escaleta sí favorece un espacio abierto a lo imprevisible que es la gasolina del espectáculo. Los concursantes con más tablas en esto del talent show harán de las suyas. Aunque, a veces, los giros 'dramáticos' podrán con ellos.

Y ADEMÁS...

5 puntos fuertes de 'La Voz'

8 puntos fuertes de 'Tu cara me suena'

Así es la piscina de 'Splash!'

Mostrar comentarios