OPINION

Alberto Chicote: "Cuanto peor lo paso en 'Pesadilla en la cocina', más se ríe todo el mundo"

ALBERTO CHICOTE LA SEXTA
ALBERTO CHICOTE LA SEXTA

Alberto Chicote es la última gran revelación de la pequeña pantalla.  Su instinto de la televisión y su experiencia entre fogones de primera línea han sido claves para el triunfo de Pesadilla en la cocina. Esta noche, estrena en La Sexta la segunda temporada del formato que intenta salvar restaurantes en crisis. Pero antes nos desvela las debilidades a las que se enfrenta en los rodajes y, además, nos descubre cuál es su restaurante favorito, cómo lleva la fama, su visión de la hostelería española, su mejor receta o su relación con los inspectores de Sanidad.

PREGUNTA: ¿Cómo se planifica un programa como Pesadilla en la cocina?

RESPUESTA: Surge de un análisis del mercado: del tipo público, de la zona, de la oferta gastronómica, de la motivación... Por suerte o por desgracia, un restaurante es como un banco de los de sentarse. Es decir, tiene muchas patas. Hay tantísimas patas que siempre cojea por alguna y, en la mayoría de las ocasiones, cojea por varias. Así que, lo que nosotros intentamos es poner todo de nuestra parte, gracias a un equipo formado por más de cincuenta personas. Un montón de gente muy involucrada, que desde el primer día nos planteamos volcarnos para sacar estos negocios adelante. Hasta el último cámara siente que con su trabajo puede hacer que el negocio vaya hacia delante. Y eso es un logro que al final se nota.

P: ¿La higiene es el peor problema al que te enfrentas?

R: No todos los problemas están basados en la higiene. Y ojalá fuera así, porque una cocina sucia se limpia y listo. Pero limpiar la cabeza de un tipo es algo bastante más complejo que asear un fogón.

P: ¿El programa tiene algún tipo de guion?

R: Yo cruzo por primera vez la puerta del restaurante ya con las cámaras. Ahí conozco a los personajes y miro al equipo preguntándome "¿de dónde habéis sacado este sitio?". Lo que más me he dado cuenta con este programa es que la realidad supera a la ficción, pero muy muy de lejos. Ahora mismo estamos rodando en Almería y no puedo dejar de darle vueltas. Nos encontramos con personajes que no dibuja ni el mejor guionista.

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P: ¿Qué es lo primero que te fijas nada más llegar a un restaurante para solucionar sus obstáculos?

R: Como decía antes, un negocio de hostelería tiene muchas patas. Algunas son más importantes. Si llegas y lo primero que te das cuenta es que no te atienden bien, no se come bien, los precios no son los adecuados y la calidad no es lo que te esperas, pues es que algo falla. Entiendes que ahí no puede ir nadie. Y repito que la calidad no siempre debe medirse de idéntica forma, porque no en todos los negocios la calidad debe ser la misma. No pides lo mismo en un tres tenedores que en un chiringuito de playa.

P: Te has encontrado hasta ratones muertos en cocinas, ¿esta nueva temporada habrá algún que otro desagradable intruso?

R: No me he encontrado bichos aún, pero sí con sitios muy horrorosos en dejadez y guarrería, grasaza… Chocolatadas las que quieras, madre mía…

P: ¿Te da rabia cuando ves que alguno de los establecimientos del programa han tenido que cerrar?

R: Fastidia un montón porque empleas mucha ilusión, fuerza y energía. Y si luego empiezan a hacer lo que quieren cuando te vas porque piensan que con tener el local más bonito la cosa va a funcionar, pues da mucha rabia.

P: De 12 restaurantes, cerraron dos. ¿Cuáles crees que fueron los motivos?

R: En el Da Vinci fue porque Rafa, el chef, no se puso las pilas. Estuvo una temporada trabajando con su hijo, que es un máquina, y funcionó. Cuando él se fue porque no quería seguir trabajando por la cara, decidieron cerrarlo. Y en El Castro de lugo duraron muy poquito, sólo cinco o seis meses, y no hablé con ellos porque encima se esforzaron en decir algunas cosas sobre nosotros que no me gustaron.

P: En la anterior etapa ningún restaurante sabía lo que le esperaba, pero esta temporada ya saben a lo que se enfrentan, ¿tienes miedo que conozcan tus debilidades?

R: Están mas resabiados. Me las quieren meter dobladas. Eso nos ha dado tintes muy diferentes a la hora de trabajar…

P:  ¿Qué ventaja les da salir en un programa como este que desvela todos los problemas del restaurante?

R: Les ofrecemos una oportunidad que no tendrían de ningún modo si no vamos nosotros. Es como un máster. Ahora bien, que sean capaces de aprovechar y sacar rendimiento a lo que les enseñamos es su responsabilidad porque para eso son los dueños del restaurante. Así que, evidentemente, todo el mundo se merece una segunda oportunidad y, en este caso, tiene la oportunidad de olvidarse de un pasado oscuro para intentar construir un futuro más brillante. Desde luego, nosotros les proporcionamos muchas cosas: el asesoramiento del equipo (si tuviesen que financiárselo, no podrían) y, después, la reforma del local que paga el propio programa. Y, además, les ofrecemos la posibilidad de que tres millones o cuatro de españoles se den cuenta de que existe su restaurante con una historia de superación detrás. Algunos de estos espectadores le darán otra oportunidad.

P: Pesadilla en la cocina es un programa que necesita mucha psicología para tomar el pulso a cada restaurante. ¿Cómo lo consigues?

R: Intentas entender la situación de la gente con la que vas a trabajar. Cuando necesitas que cambien su manera de entender el negocio, hay veces que se matan más moscas con miel que a tiros.

P: Esta nueva temporada, además, tocarás temas de actualidad como los desahucios, ¿cómo afrontas esos asuntos sociales tan sensibles?

R: Se afronta con normalidad. Cuando te encuentras con alguien que si no saca adelante el restaurante se queda sin casa para dormir, lo primero que haces es decírselo, porque a veces no lo quieren ver y no son conscientes. Hay que hacer que se espabile porque ese problema lo tiene que solucionar rápido. Los casos en los que nos hemos encontrado esta temporada han requerido de cierta motivación un poco más calmada. Los programas han requerido de charlas más sentidas, de abrirles los ojos de la realidad que tenían delante...

P: Y cuando terminas la jornada de rodaje, ¿con quién te desahogas tú?

R: Me gustaría tener alguien para desahogarme. Ya tiene bastante mi mujer con aguantarme a mí, como para comerse los marrones de otros. Pero no estoy solo. Somos un equipo y pasamos muchas horas juntos. A veces agarro a los compañeros y les digo que nos vayamos a tomar una cerveza porque no puedo soportar esto más tiempo.

R: Los inspectores de Sanidad han hablado de tu trabajo. ¿Te ha agradecido alguno esta labor?

Bastantes inspectores han hablado y han refrendado que las cosas son así, como salen. Y por suerte, en realidad, no es así en todos los sitios, sólo es así en los sitios donde hemos estado. Aunque sguramente hay más… A veces la gente me pregunta si creo que hay muchos locales así y yo les contesto: ‘¿A que en vuestro barrio hay sitios a los que no entraríais nunca?’. Pues ahí está la respuesta. Todos son afirmaciones.

P: ¿En algún restaurante se os han adelantado los inspectores de Sanidad?

En un sitio nos pasó que cuando se enteraron en Sanidad de que íbamos a ir a grabar, fueron los inspectores, tres días antes, para advertirle que limpiara todo o le metían un buen puro, ya que, el programa les iba a dejar con el culo al aire… Y es que, claro, la gente dice "¿dónde están los de sanidad que no vienen antes que el Chicote?". Estos pensaron que debían adelantarse.

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P: Fuera del rodaje, ¿sufres de deformación profesional y terminas valorando todos los restauranete que frecuentas?

R: Lo cierto es que cuando yo voy a comer, voy a sitios de amigos míos, no es por ir de chulo, pero me gusta ir a sitios de calidad. Sino no salgo. A veces entras y algún camarero de broma te dice que te metas en la cocina, o se levanta alguien a recomendarte qué tienes que pedir o qué no. Pero son guiños divertidos. Creo que donde voy, siempre sacan lo mejor y por eso siempre están llenos.

P: Tras trabajar en este programa, ¿ha cambiado tu visión de la hostelería española?

R: Lo más llamativo es empezar a ver restaurantes que no has visto en tu vida, yo siempre he tenido la fortuna de trabajar en buenos restaurantes porque tuve la suerte de vivir en casa con mis padres y no me hacía falta ganar dinero. Entonces, podía elegir los sitios donde iba a trabajar porque no cobraba. Hace ya 27 años de aquello, cuando llegaba a los restaurantes y decía ‘quiero trabajar aquí’. Me respondían que no había plaza, pero yo entonces les contestaba ‘usted no me ha entendido bien: quiero trabajar aquí, no cobrar ’. Ahora, lo de las prácticas es común, pero entonces no era nada habitual y se me quedaban mirando flipando. Yo, antes de Pesadilla, nunca había entrado en restaurantes del tamaño de El castro de Lugo, estos chiquititos que los lleva sólo una persona. La primera vez que crucé una puerta de estas, fue cuando fuimos a grabar a la Tana, y lo primero que pensé fue: “¡existe esto de verdad!". Sí, y es el formato de hostelería más frecuente. La mayoría de los restaurantes son así, no como los que yo conozco, de 15 concineros e inversiones millonarias. La gente monta un restaurante e invierte 30.000 euros. Por cierto, hay algún mesón, me han dicho por Twitter, que ha puesto un cartel para promocionarse que dice: "aquí ni ha estado Chicote, ni falta que hace". Les va genial y encima vacilando (risas).

P: ¿Cuáles son para ti los mejores restaurantes en España?

R: Me gustan todos los de mis amigos. Me encanta El Celler de los hermanos Roca, sin duda, y me gusta mucho Martín Berasategui, Arzak, Quique da Costa, Andoni… Como puedes ver me sé los nombres de los restaurantes por los cocineros. Me gustan los buenos… como todo (risas).

P: ¿Serías capaz de sacarle alguna pega al prestigioso restaurante de los hermanos Roca?

R: Ni yo, ni nadie de los que estamos aquí juntos. Este restaurante es un auténtico vuelo estratosférico. Tengo unas ganas de volver… Estuve la última vez hace seis meses y flipé. He ido dos o tres veces. Ahora, para volver lo tendré complicado… Son demasiado buenos, no hay forma de encontrarles una pega.

P: ¿Cuál es tu plato estrella y cuál se te resiste?

R: Los platos nunca se resisten. Cuando te pones a cocinar y lo afrontas de un modo más técnico, no hay nada que te pueda salir mal. Supongo que me sale muy bien el Tataki de atún con ajoblanco, que me tiré mil años haciendo en el restaurante ‘No-do’, y no podía quitarlo de la carta o me hubiesen apuñalado en la puerta del local. Me ha dado muchas alegrías. Me he recorrido medio mundo haciéndolo.

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P: ¿Qué opinan tus compañeros cocineros de un programa como éste?

R: Una de las cosas más gratificantes es que la percepción, por parte del oficio, es muy buena. Que te llame gente tan importante como Joan Roca y te diga que le encanta el programa, es alucinante. La gente que está a un nivel, se da cuenta de que lo que quiere el programa es intentar que los restaurantes mejoren. Yo no sé de nadie que sea cocinero que lo haya criticado, o a mí no me ha llegado.

P: Estuviste a los mandos del famoso restaurante 'No-do', frente a la emblemática sede del noticiario cinematográfico español, ¿tienes pensado montar un nuevo local?

R: Yo soy cocinero y siempre pensamos en tener un restaurante, como los directores quieren hacer películas. La gente, sin duda, será más exigente conmigo. Se escucharán las escopetas cargadas desde la calle, segurísimo. Pero es así. Siempre me he movido en un nivel alto de restauración y, cuando las expectativas son altas, es normal. Es como si ahora, después de decir lo de los Roca, mañana te invitan allí, tú ya vas pensando que se te va a aparecer la Vírgen, y a veces aparece y otras no. Es lo que tiene. Ahora no tengo local, ni nada en marcha.

P: Vamos, qué no quieres ser como Arguiñano, que compagina su faceta televisiva con el negocio hostelero…

R: Yo soy cocinero, tengo callo en el dedo, cojo los cuchillos cada día… Me gustan las sartenes, los hornos, las tablas, los pescados, las carnes, las verdudas…

P: Tras el éxito de Pesadilla en la cocina, TVE ha apostado también por la cocina en prime time con MasterChef, ¿qué te parece este formato de competición gastronómica?

R: Es otro tipo de programa. Pero me alegro de que haya programas de cocina en la tele y que esté ahí gente que conozco Pepe, Jordi y Samantha (el jurado de MasterChef) están haciendo un biuen trabajo. Todo es bueno. Que la gente se interese por la cocina de una forma u otra, mola. Parece mentira que en un país como el nuestro, que vamos todos de supergastronómicos, en el que la comida es la leche para todos, no existiera ni un programa de cocina hasta hace nada en horario de máxima audiencia.

P:  ¿Dentro de poco La Sexta también va a estrenar Topchef? ¿Te gustaría participar?

R: El formato mola mucho, si estaré ahí de momento no tengo ni idea, pero es un producto chulo, por ahora tengo suficiente con mis pesadillas...

P: Esta noche, vuelves al prime time contra dos pesos pesados: Cuéntame y Gran Hermano. En alguna ocasión has comentado que el reality de Telecinco no es de tu agrado...

R: Dije que no entendía el fenómeno Gran hermano, no es que no me guste, es que no le entiendo. A otra gente no le gusta Velázquez... Yo no entiendo GH.

P: Tu vestimenta también derrocha mucha personalidad y ha sido otra gran revelación, ¿cómo fue la idea de usar chaquetas de Ágatha Ruiz de la Prada?

R: Fue algo que hicimos con la Comunidad de Madrid con la pasarela Cibeles de 2007. Pusieron en marcha una iniciativa entre cocineros y diseñadores, y a mí me tocó Ágatha Ruiz de la Prada. Yo le hice un plato y ella una chaquetilla, cosa que ni tenía que ver con el trato inicial. Y me gustó, después de toda una vida vestido de blanco, desde entonces le pedí que me hiciera algunas más y ella flipó, me hubiese gustado ver su cara cuando le pedí más chaquetillas. Y cuando empezamos a rodar Pesadilla en la cocina le pedimos una diferente para cada programa y lo hizo encantada.

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P: Cuando llegas a casa, ¿te quedan ganas de cocinar o se te quitan tras sufrir los fogones de Pesadilla en la cocina?

R: ¡Claro que me dan ganas de cocinar! Cocinar es lo más bonito del mundo. Lo que no hago es cocinar para mí solo. Cocinar siempre debe ser generoso. Siempre tiene que haber alguien contigo, por lo menos comiendo. Aunque, lo ideal es estar con alguien también en la cocina. En mi casa, las cenas empiezan a las seis de la tarde porque cocinamos, nos tomamos un vino, montamos la mesa, cenamos, nos tomamos una copa… En la cocina se lo pasa uno muy bien. Es como un ritual.

P: Por cierto, ¿se ve muy diferente el programa después de ser montado por la televisión?

R: La primera temporada yo vi todos los programas siempre con alguien, con amigos. Y me di cuenta que, cuanto peor lo paso yo en Pesadilla en la cocina, más se ríe todo el mundo. Cosa que no deja de ser un poquito punzante. Así que, creo que esta nueva temporada va a ser muy divertido porque lo estoy pasando realmente mal.

P: Has sido el personaje revelación de La Sexta, incluso has dado las campañandas en fin de año, ¿cómo se lleva eso de la fama catódica?

R: Como fue esto de divertido... Disfruté mucho las campanadas, a ver si lo puedo hacer este año también. La popularidad la llevo muy bien, como todo son muestras de reconocimiento, cariño y buen gusto. ¿A quién no le gusta que le digan buen trabajo? Nadie me molesta, al contrario. Es un trabajo agradecido, al final la gente te quiere y te lo demuestra, y como tampoco soy un tipo que haga cosas raras, no me tengo que andar escondiendo. Mi vida no ha cambiado prácticamente nada. Hago la mismo que siempre. De hecho, quizá mañana cojo el arco y me voy a tirar unas flechas.

Y ADEMÁS…

¿Por qué nos engancha tanto ‘Pesadilla en la Cocina’?

El Castro de Lugo, cerró. 

¿Quién es Alberto Chicote?

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