OPINION

Acaba 'Un príncipe para Corina', la telecomedia vendida como reality

FINAL UN PRINCIPE PARA CORINA cuatro
FINAL UN PRINCIPE PARA CORINA cuatro

El programa de Cuatro vive esta noche su edición final.

Esta noche, ver el final de Un príncipe para Corina será como ver el final de una de esas comedias americanas absurdas con protagonistas guapos y un montón de secundarios feos pero muy graciosos y robaplanos. Será como ver American pie o Resacón en Las Vegas, pues son los ingredientes de estas películas los que están en el ADN de "los guiones" del programa de Cuatro.

Un príncipe para Corina pasará a la historia de su cadena como una exitosa telecomedia vendida como reality, donde la realidad ha sido precisamente lo de menos. De hecho, cualquier parecido con la realidad ha sido pura coincidencia. Y esa es la gracia del programa: los responsables del formato han sabido dibujar, a partir del cásting, unos personajes tan absurdos como genuinos.

Un espacio de la productora Eyeworks-Cuatro Cabezas (Pesadilla en la cocina, Quién quiere casarse con mi hijo) que ha demostrado que el 'boca a boca' de la gente es el mejor marketing que esconde la televisión. Los seguidores del programa han ido creciendo con el paso de la semanas tras la repercusión del surrealismo del reality en Twitter.

Y es que este espacio ha sido ideado para la generación twittera que, aunque aún es sólo una minoría de la audiencia tradicional, para Cuatro es un interesante segmento de público que puede ser muy rentable para recuperar con fuerza su imagen de cadena urbana, joven y juguetona. Juguetona como Un principe para Corina, la televisión sin complejos que va un paso más allá a la hora de deformar la realidad sin miedo a sacar de contexto las imágenes con tal de alcanzar el orgasmo del hilarante espectáculo de prime time.

¿Quién ganará esta noche? ¿Nacerá una relación de pareja con futuro? ¿Qué pasará con el resto de nerds, simpáticos, guapos y únicos? ¿Bruján Argüelles dirá adiós despegando en una escoba voladora? Da igual, el objetivo del programa ha estado sobradamente cumplido: la experiencia colectiva del chascarrillo tuitero, la risa tonta. la vergüenza ajena y la evasión pura y dura. Que buena falta nos hace. 

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