El suculento pago de exclusivas en televisión ha creado una percepción social terrible sobre la pequeña pantalla: las cadenas parecen un instrumento donde es habitual pagar dinero fácil a personajes que no lo merecen.
De hecho, desde hace años, es habitual ver por los platós a siniestros entrevistados sin oficio reconocido, sin talento objetivo y, en ocasiones, incluso también a algunos individuos implicados en sucesos escabrosos. Y todos son premiados.
Con este sentimiento generalizado sobre nuestros canales, por tanto, no es de extrañar que José Bretón tenga el valor de fardar con la idea de que se va “a forrar” gracias a la televisión.
"Voy a tener que decirle a mi padre que me deje de ingresar los 60 euros semanales porque los de la tele van a forrarme", habría alardeado, con su truculenta frialdad, el sentenciado a 40 años sin libertad por el doble asesinato de sus dos hijos, según ha adelantado ABC.
Bretón presume del interés mediático que ha levantado. No obstante, ha sido consciente del seguimiento masivo del juicio y, además, ya ha recibido supuestas proposiciones de entrevistas, en exclusiva, a cambio de dinero.
Pero Bretón se equivoca cuando suelta “me voy a forrar con la tele”, pues ninguna cadena pagará por su exclusiva. Mirta Drago, directora de comunicación de Telecinco y Cuatro, ya ha sido clara antes de que nadie especule: "Que no cuente con los canales de Mediaset". Tampoco Atresmedia (Antena3-LaSexta) pagaría esta entrevista.
Cuando la fama se convierte en el premio del asesino
El Caso Bretón ha sido el trágico suceso que más horas ha llenado en los magazines matinales en la última etapa. El proceso judicial ha logrado grandes audiencias que las dos cadenas privadas rivales, Telecinco y Antena 3, se han disputado a base de búsqueda exclusivas y primicias.
El morbo de este suceso ha sido pieza clave para arañar el share, sí, pero pagar por una exclusiva a José Bretón tendría consecuencias inmediatas que no puede asumir ninguna cadena de televisión honesta, competitiva y creíble con sus dos máximos clientes: la audiencia y, por supuesto, los anunciantes, que financian la tele comercial. Ellos tienen la última palabra, como se demostró en el cacareado final de La Noria. Aunque eso ya es otra historia.
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