OPINION

¿Cómo debería ser la TVE que necesitamos en el futuro?

Estudio 1 TVE
Estudio 1 TVE

¿Para qué sirve Televisión Española? ¿Para qué vale una televisión pública? Para "nada" dicen muchos, sólo es un "gasto inútil", sentencian otros. Más ahora, cuando los contenidos de la corporación audiovisual parecen alejarse por momentos del sentir de la población, tras la fulminante pérdida de credibilidad de los servicios informativos.

Pero este discurso negativo, negro, es el más fácil. Sólo se sustenta en el argumento del gasto, sin tener en cuenta que la inversión, bien desarrollada, puede repercutir en la sociedad en forma de conocimientos para ser mejores, más libres. De esta forma, una cadena pública es un valioso y necesario instrumento para el progreso de la población del país. ¿Cómo? Como motor impulsor de la riqueza social y cultural a través de la información, de la divulgación y, por supuesto, del entretenimiento.

Porque, al final, la televisión pública es un reflejo diáfano de un país. También de nuestros políticos. Y ese es el primer problema que sufre TVE en los últimos tiempos: algunos de nuestros dirigentes aún no creen en el potencial del viejo Ente. Sólo consideran la cadena como herramienta de propaganda. No entienden que la televisión pública se convertiría en la mejor alidada de los propios gobiernos si permitieran su absoluta independencia: en informativos y, también, en creatividad.

Una TVE que la ciudadanía vuelva a sentir suya será elemental para recuperar la confianza perdida en las instituciones, en los partidos políticos e incluso en nuestro propio país. Una TVE que mire al espectador a la misma altura y no por encima del hombro sería un verdadero acto de madurez democrática.

TVE puede ser sostenible si se transforma en una ventana abierta al crecimiento de las ideas. Y eso no significa hacer series sesudas y aburridas, ni documentales plúmbeos a tutiplén. Sencillamente, TVE debe renovarse, debe recuperar su esencia e ilusión. Y ya sin publicidad: precisa ser una rotunda alternativa real a las cadenas privadas. Ahí está la clave.

SIN PUBLICIDAD, TVE NO DEBE IMITAR A LAS PRIVADAS

Y es que, a efectos prácticos, TVE aún hoy funciona como si tuviera publicidad. No tiene sentido que, sin necesidad de buscar financiación en anunciantes y, por tanto, sin obligación de estar obsesionada con la búsqueda de las audiencias más masivas, Televisión Española continúe con una parrilla convencional que no sabe salirse de los programas cortados por el mismo patrón.

Ahora, la cadena tiene una oportunidad de abaratar costes y estructurar su programación en espacios más arriesgados que fomenten la inventiva y expriman las nuevas tecnologías, donde el espectador deje de ser un sujeto pasivo para sentirse con poder de decisión.

Porque da la sensación de que la cadena pública hace tiempo que ya no busca el talento alternativo por los pasillos de Prado del Rey. Sus producciones, excepto en contadas ocasiones, se quedan en el rancio estereotipo de la tele comercial de los noventa. Y la televisión ya no es como en los noventa.

Pero estamos a tiempo de cambiar esta dinámica destructiva que despega a TVE de las nuevas generaciones. Aunque, para eso, es necesario que la cadena esté comandada por profesionales del medio que conozcan los peculiares engranajes de este invento llamado televisión y no por comisarios de los intereses políticos. Ese es el problema, pero un problema con solución.

El viejo Ente parece que se ha quedado desconectado de la realidad social y necesita recuperar la confianza de la gente de la calle con espacios que tomen el pulso a los intereses verdaderos de los ciudadanos. Empezando por la gente joven. Y para conseguir este objetivo sobran los magazines previsibles, sobran los programas de limosnas ciudadanas...

EL CINE, LA MÚSICA, LA EXPERIMENTACIÓN

Y es que TVE ya no es un escaparate del talento que se cuece en nuestra sociedad. Debe volver a ser la plataforma para la promoción y proyección de las nuevas generaciones. No se apuesta con fuerza por la cultura plural que se cuece más allá de algún reducto en La 2. Y, en contra de lo que pudiera parecer, la corporación estatal tampoco es una sólida ayuda a la producción cinematográfica española. Está bien que TVE siga emitiendo, por supuesto, películas clásicas, americanas, europeas o españolas.

Pero no tiene sentido que invierta, como se está haciendo, en películas patrias tan deliberadamente comerciales como Promoción fantasma, [Rec]3, Los amantes pasajeros o Las brujas de Zugarramurdi, que pueden ser perfectamente financiadas por una cadena privada. En cambio, ningunea proyectos que lo tienen más difícil, con historias enriquecedoras para la sociedad y que son los que de verdad diferencian nuestra industria cinematográfica.

No tiene sentido pagar a fondo perdido filmes todopoderosos que encontrarían financiación igualmente sin la ayuda de Televisión Española. Almodóvar ya tiene el dinero, pero las nuevas promesas del cine no tienen posibilidad de meter cabeza como antes. Y, así, exhibir su capacidad.

Lo mismo pasa con la música. La televisión pública ya parece que no sabe lo que es hacer un programa de música semanal que no sea Los conciertos de Radio 3 o las retransmisiones de la Orquesta y Coro de RTVE. Los musicales no tienen por qué ser caros de producir, pues son espacios promocionales donde los artistas actúan gratuitamente para dar a conocer su talento. TVE cuenta con los equipos suficientes para hacer este tipo de programas, que sirvan de trampolín. Eso sí, en la actualidad, no vale quedarse en una legendaria fórmula tipo Rockopop. Ya hay que pensar en que el programa se puede consumir también fragmentado en Youtube.

Y, en la misma línea del cine o la música, TVE debe ser un campo de cultivo de nuevos formatos televisivos que nunca encontrarían hueco en un canal comercial. Se ha hecho un excelente trabajo en rtve.es para crear un portal a la altura. De hecho, es una de las mejores webs de una cadena pública en Europa.

No obstante, ahora los programas también deben intentar ir por delante. Y no tener miedo a experimentar, a jugar con la televisión. También en ficción, donde Televisión Española debe seguir la estela de grandes como Antonio Mercero o Narciso Ibáñez Serrador, o tantos otros, que fueron referencia internacional. Hacen falta formatos que vuelvan a tratar al espectador con una mirada que se atreva a ser ácida y poco condescendiente.

DEMASIADO 'CORASÓN'

Pero, en cambio, nuestra cadena pública prefiere mantener aún dos programas de corazón en su parrilla diaria que, encima, fomentan clichés de género, estereotipos desfasados, frases que viven estancadas en el pasado más hortera y pelotean a personajes como Carmen Martínez-Bordiú o Paquirrín. Ninguna televisión privada realiza ya noticias rosas de esta forma, hemos evolucionado. No obstante, TVE sigue pagando a las agencias del corazón las imágenes del famoso de turno, cuando estos espacios podrían evolucionar hacia una agenda de informaciones curiosas: más dinámica, más inquieta, más práctica y más gamberra, que daría un impulso a estas franjas horarias que está siendo olvidada por las grandes audiencias.

Tampoco tiene sentido que TVE siga gastando sumas de dinero millonarias en derechos deportivos más propios de las cadenas privadas. El viejo ente ya ha tenido que liberarse de muchas competiciones por el ajuste económico, pero ahora debe ser aún más consciente de lo que compra.

Asimismo, los magazines son importantes a diario, pero la parrilla se debe estructurar más allá del bucle del tema social y/o sensiblero disfrazado de servicio público. En los últimos años, TVE se ha acomodado en el programa basado en conexiones en directo. Esta mecánica multiplica el coste del formato. Los satélites sólo deberían realizarse cuando el interés de informativo realmente lo obliga y no para ver la publi-receta de cocina del bar de la esquina. Hay otras alternativas. Al mismo tiempo, que los centros territoriales que TVE posee, en cada comunidad autónoma, están infrautilizados y deben adquirir más peso.

Sin olvidarnos del rico archivo. Más allá de refritos que apenas dan tiempo a digerir su contenido, Televisión Española debe rescatar más a fondo el valioso archivo de TVE y divulgar espacios que de otra forma no pueden ver la luz. El fondo documental de Televisión Española es uno de los mayores servicios públicos que puede aportar la corporación. Forma parte de nuestra historia y su difusión es necesaria para que las nuevas generaciones entiendan mejor los últimos sesenta años, con sus altos y bajos, a través de la ebullición catódica.

LAS IDEAS

¿Y por dónde empezamos a abordar todo esto? Por las ideas. Porque la mayor apuesta debe centrarse en las ideas, que en televisión no son lo más costoso y, sin embargo, sí son la materia prima más preciada. La televisión pública debe ser una factoría de ideas que reviertan en la sociedad. Ya lo fue antaño con espacios que consiguieron hacer una radiografía perfecta de nosotros mismos y de nuestro tiempo. 

La plantilla de trabajadores de Televisión Española ya demostró, por ejemplo, que se podían alcanzar unos servicios informativos modernos y eficaces, que todavía estamos a tiempo de poder recuperar.

Hay que dar oportunidad al ingenio y a la imaginación. Porque TVE puede y debe ser, con un presupuesto ajustado, una alternativa fuerte, atractiva y con talento diferenciador. Un motor creativo de un país que avanza y crece creyendo en la libertad de las ideas. Es posible, claro que es posible.

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