Los programas de testimonios no siempre funcionan en televisión. Saltar los límites entre el morbo y el delirio lacrimógeno puede espantar a la audiencia en busca de contenidos más positivos. Por eso, el presentador se convierte en clave para lograr que este tipo de espacios funcionen a la perfección, pues en la complicidad que despierte con los invitados, y con los espectadores, estará el éxito de la cercanía y transparencia del show.
En esta estela se encuentra el programa Hay una cosa que te quiero decir, de Telecinco, que vuelve esta noche con la aparición estelar de El coche fantástico (con David Hasselhoff dentro).
Versión remozada del viejo Tengo una carta para ti de Isabel Genio, este espacio ha conseguido abrazar esa delicada conexión entre los invitados y el maestro de ceremonias. Porque uno de los pilares de este show estriba en que nada más llegar al plató los sorprendidos se suelen soltar con una naturalidad apabullante. Casi se puede decir que están como en casa, charlando con un amigo...
¿Cuál es el motivo? No es guion, no son actores, sólo son personas de la calle que se topan en el estudio de Telecinco con un presentador que ya es de la familia. Y es que Jorge Javier Vázquez, con sus maldades, guiños e ironías y tantas horas de directo a sus espaldas, se ha ido transformado en un rostro de confianza para cierto tipo de audiencia. Y las víctimas potenciales de este tipo de show se dejan llevar de su mano, le llaman por su nombre, quieren satisfacerle, se lo cuentan todo y más. Resultado: los personajes invitados desnudan sus sentimientos como si estuvieran sin cámaras. De esta forma, el programa funciona sin necesidad de otros efectos especiales.
El éxito de Hay una cosa que te quiero decir no se debe a su ya rancia fórmula, ni a su morbo ni a los famosos que invitan para dar sorpresas. El mayor responsable de que el programa se mantenga en excelente forma es, sencillamente, su conductor. Porque ya no cabe duda: Jorge Javier Vázquez es el presentador con el que más conecta el espectador fiel de Telecinco. Y eso es así.
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