OPINION

'El Secreto de Puente Viejo': sus trucos para enganchar al público

El Secreto de Puente Viejo está imparable. No es sólo un éxito, es un gran triunfo que araña datos de audiencia de cuando solo existían tres cadenas. De hecho, Sálvame está sufriendo el envite de la ficción.

Y es que las tramas de esta telenovela crean adicción, pues reúnen los requisitos infalibles para dejar pegado al público vespertino frente al televisor. Son estos:

1. Imposible perder el hilo. El guion narra las tramas con una obsesión constante para que el espectador pueda incorporarse a la historia en cualquier instante. Es más, es sencillo seguir las historias. Puedes comprender lo que pasa en 'La Casona' mientras hablas por teléfono, friegas los platos, haces esgrima o juegas a la petanca. La serie siempre se entiende a la perfección sin necesidad de prestar más atención de la cuenta y, de paso, facilitando el reenganche de algún televidente infiel que se pierde algún que otro capítulo.

2. El triunfo de la época. Cualquier tiempo pasado fue mejor en series como éstas: pues te llevan a otro tiempo donde todo parece más romántico, más épico y más pomposo. La ensoñación es clave. El envoltorio rococó de principios del siglo XX convierte a Puente Viejo en un paraíso para la imaginación nostálgica de un espectador que fantasea con unos años donde había más prejuicios y, por tanto, también más romántica lucha por alcanzar amores prohibidos.

3. Cantera de actores. El Secreto de Puente Viejo apuesta por nuevos talentos de la interpretación. Lo hacen sin temer que los personajes deban recitar parrafadas de diálogos que dan al guion un impulso en sentimentalismo vintage. Además, la serie sabe que la historia no se debe estirar gratuitamente: rompe con los protagonistas (matándolos si hace falta, como acaba de ocurrir con el personaje de Álex Gadea) y renueva su elenco para generar nuevos conflictos. De esta forma, se construyen temporadas que terminan en alto y movilizan grandes shares por la expectación cíclica.

4. El envoltorio acogedor. La serie ha ido creciendo hacia una fotografía más colorida, más clara, más resplandeciente y con una textura más suave. Menos plúmbea que otras producciones del mismo género, como Amar es para siempre. El espectador no es consciente, pero el resultado final de este envoltorio visual, al ser más luminoso, es más agradable de ver. También en la banda sonora, que en la memoria colectiva de la audiencia adulta suena a prestigiosas series de TVE de los ochenta, como Fortunata y Jacinta.

5. Clásicos populares. No importa que los decorados evidencien su artificio, que la fuente de la plaza del pueblo parezca de cartón y que los figurantes estén perdidos y sobreactuados al fondo de las escenas: el ADN de Puente Viejo aprende de temas clásicos del culebrón, que son reconocibles y siempre funcionan: bodas, asesinatos, bodas con asesinatos, hijos ilegítimos, lucha de clases, amores prohibidos, enfermos que se hacen los enfermos, sacerdotes a lo Pájaro Espino... Los roles de los personajes están claros para conectar con la emoción más palpable del espectador. No hay escapatoria.

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