OPINION

La política que mató Canal 9

TOMBOLA-CANAL-9
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Los delirios de grandeza, las ansias de poder y el viaje a los fondos de la telebasura que dinamitaron una televisión autonómica emblemática.

La mala gestión de la televisión autonómica valenciana ha sufrido el peor de los desenlaces: el cierre de Canal 9El Consell ha decidido apagar RTVV tras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia valenciano que declara nulo el masivo ERE, que despidió a un millar de trabajadores.

La Generalitat toma esta decisión porque la reincorporación de los empleados, como obliga la sentencia, alcanza un supuesto coste de 40 millones de euros, inasumibles para las maltrechas arcas públicas de esta comunidad. Es la crónica de una muerte asistida por una gestión política nefasta.

Los ciudadanos y los trabajadores pagan ahora los platos rotos de una controvertida cadena, lastrada por sus informativos partidistas y por una avariciosa gestión, cargada de delirios de grandeza e, incluso, con implicaciones en el Caso Gürtel. De hecho, Pedro García, ex director general de RTVV, tuvo que dimitir al existir diversos contratos irregulares. El ex responsable del canal admitió que Álvaro Pérez, el Bigotes, uno de los cabecillas del Gürtel, le hacía regalos, pero porque es algo “normal entre amigos”. Nada tendrá que ver, entonces, que la mujer del Bigotes, Noemí Ramal (antigua Mamachicho), terminara dando las campanadas, junto al popular Paco Nadal. Los ensayos de fin de año trascendieron.

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Ahora, la mítica sede de la cadena en Burjassot, con sus cuatro platós, se queda vacía. Sin embargo, el problema de Canal 9 viene de lejos. Muy lejos.

PROPAGANDA POLÍTICA, SIN COMPLEJOS

Para empezar, ha sido una televisión que desde su nacimiento ha estado al servicio del Gobierno de turno, sin disimulo, y con unas pretensiones que hicieron olvidar a sus gestores la esencia de una televisión de cercanía como instrumento para impulsar la identidad autonómica.

LABORATORIO DE LA TELEBASURA

Canal 9 quiso ser un gran emporio catódico, que funcionaba como una fastuosa cadena nacional. De esta forma, llegaron a instalar, en los años noventa, una inmensa carpa en el parking de la emisora para realizar dentro de ella grandes formatos de variedades, como el show Passarel.la que pretendía emular a espectáculos de canales internacionales. Aunque se quedó en una serie de galas casposas.

En este camino, Canal 9 empezó a ser una factoría de experimentos de la denominada Telebasura. Aquí nació Tómbola, el programa que dio una vuelta de tuerca a la forma de tratar o, mejor dicho, maltratar a los famosos a cambio de cheques millonarios.

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También en los platós de esta cadena nacieron los primeros debates sensacionalistas, algunos con Cristina Tárrega de moderadora, donde los contertulios terminaban literalmente a bofetada limpia. O intentándose quitar las pelucas. O rompiendo vasos.

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Canal 9 también fue protagonista de grandes fichajes de presentadores. Los medios nacionales se hicieron eco, en 1998, del contrato millonario de la cadena con la modelo Mar Flores, que supuestamente cobró 18 millones de pesetas por tres meses al frente del concurso La música es la pista. Esta inversión se convirtió en un rotundo éxito que se mantuvo más de cuatro años en emisión, a pesar de que Flores demostró que andaba escasa de salero a la hora de presentar.

PRESUPUESTOS POR ENCIMA DE SUS POSIBILIDADES

Y, mientras tanto, este Ente iba multiplicando de forma desorbitada su plantilla, sumando más empleados que las dos cadenas privadas nacionales juntas. Lo  hacian al mismo tiempo que se tomaban decisiones perturbadoras. Un ejemplo fue la renovación de la web de la cadena: se pagaron 364.087 euros a una firma que no tenía experiencia en este campo. Se notó, pues el resultado fue un portal desfasado, básico y que parecía amateur. Había barra libre.

EL SERVICIO PÚBLICO QUE SE TRANSFORMÓ EN PRIVADO

Pero no todo fue caspa, derroche y decisiones tomadas por desconocedores de los engranajes de la pequeña pantalla. Desde su nacimiento en los ochenta, Canal 9 también hizo grandes, dignos e inolvidables espacios televisivos que están marcados en la memoria de los valencianos por su cercanía. Programas como Inés de Nit de Inés Ballester, El show de Toni RiverEl Show De Joan Monleon, De bat a bat, Solfa íntima, Grafiti, Rialto Bar o el concurso Tria tres de Ximo Rovira dejaron el listón bien alto a una veterana televisión pública que, con el paso del tiempo y la plaga de intereses egoístas, se olvidó de que era pública.

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AL IGUAL QUE LAS CAJAS DE AHORRO

Hoy la Comunidad Valenciana se convierte en la primera autonomía con lengua cooficial que se queda sin medios de comunicación públicos. Sienta precedente. ¿Será un cierre definitivo o la Generalitat decidirá crear en los próximos meses una nueva emisora con otro nombre para no tener que readmitir empleados? Lo que está claro es que la sociedad ve como pierde unas de las cadenas autonómicas más emblemáticas, que tenía que haber estado al servicio de la diversidad regional pero, en cambio, al igual que las cajas de ahorros, se obcecó en delirios de grandeza y ansias de conquistar el mundo vía satélite, dejando atrás su primordial función de resultar próxima.

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