OPINION

Cuatro cancela el concurso 'Lo sabe, no lo sabe' de Juanra Bonet

LO-SABE-NO-LO-SABE-cancelado
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Cuatro cierra Lo sabe, no lo sabe. El concurso de Juanra Bonet se despide estas navidades sin fecha de retorno, según ha desvelado Vertele.com.

Con esta decisión, Mediaset fulmina uno de los más reconocibles espacios de la última etapa del canal. De hecho, Cuatro utilizó este formato de exitoso comodín en su parrilla pero, como señalamos en Telediaria el pasado verano, el concurso necesitaba un descanso para no agotar su fórmula del éxito. Sin embargo, los responsables de la cadena decidieron no dar un respiro al concurso. Resultado: la audiencia de Lo sabe, no lo sabe se ha desgastado.

Aunque el recorrido del juego Cuatro no está agotado del todo. Tras un parón, este formato podría ser resucitado con buenos rendimientos. Y es que Lo sabe, no lo sabe sigue manteniendo los siete ingredientes de su triunfo:

UNO. Sin plató.

En tiempos de recortes presupuestarios, Lo sabe, no lo sabe no necesitó estudio. Y eso es una gran ventaja, porque se minimizan costes de producción. Al contrario que su formato predecesor, El Cubo de Raquel Sánchez Silva, que contaba con un dispositivo de escenografía, pruebas y cámaras digitales que encarecían el resultado final.

DOS. Voyeurismo. 

En la era que vivimos de austeridad, Lo Sabe, no lo sabe logró convertir el ahorro en virtud. Lo hizo al jugar con peatones pillados por “casualidad”. Así surgió en la audiencia esa curiosidad cotilla y voyeurista que todos llevamos dentro. Y, encima, con barra libre para opinar de las pintas del personal desde el sofá de casa, sin que nadie nos critique por ello.

TRES. Descubriendo lugares... y costumbres.

Lo sabe, no lo sabe incorporó la dinámica de los docureality al concurso. De esta forma, el espectador no sólo ha observado a las víctimas pilladas in fraganti, también ha disfrutado curioseando las localidades que visita el espacio y esperando a que cualquier día, por sorpresa, aparezca su ciudad o pueblo. Porque Lo sabe, no lo sabe no se ha quedado atascado en Madrid: sale por España a lo Labordeta en Un país en la mochila y madurando la estela sembrada por los reporteros de Callejeros y otros sucedáneos.

CUATRO. Asequible.

Lo sabe, no lo sabe nunca quiso ser un programa erudito. El concurso no rebusca las preguntas en viejas enciclopedias llenas de polvo, como Jordi Hurtado. Bonet ha preferido quedarse en cuestiones reconocibles para la audiencia mayoritaria para que el espectador no tire la toalla, juegue de forma activa y, de paso, recuerde instantes de su vida, con preguntas que van directas a nuestra memoria más emocionante.

CINCO. El maestro de ceremonias.

Lo sabe, no lo sabe ha sido un éxito gracias a su presentador, Juanra Bontet, punto clave en el show.  En una televisión de comunicadores solventemente perfectos, Bonet cuenta con una pizca de temperamento politicamente incorrecto que funciona y se agradece. Y es que su personalidad ha sido perfecta para reírte con los protagonistas de cada episodio o identificarte con las salidas de todo del propio comunicador.

SEIS. El (travieso) montaje.

Lo sabe, no lo sabe va al grano. El concurso ha estado montado con un ritmo que tiene las ideas claras para sacar jugo a las situaciones a través de una selección musical tan atinada como traviesa y una realización construida para mostrar las reacciones que el espectador quiere y necesita ver. Esto último debería ser habitual en televisión, pero, en los últimos frenéticos años, no lo es ni en muchos platós con ocho cámaras. Aquí, en cambio, con sólo dos cámaras, y un equipo de sonido portátil, consiguen mostrar una realidad mayúscula y algo pícara. Y en la tele, la realidad cuando parece real es infalible.

SIETE. Versátil.

El programa ideado y desarrollado por Mandarina Producciones, no se ha quedado en el tópico repetitivo y ha intentado indagar en diferentes perfiles de protagonistas, lugares, profesiones y aficiones de los concursantes para que el show nunca pierda esa imprevisibilidad que es la gasolina fundamental para el éxito en la televisión y la mejor medicina contra el desgaste. Aunque, al final, sin un adecuado descanso, el desgaste fue inevitable.

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